El arte del reciclaje del caucho
Tres jóvenes emprendedores conciencian ambientalmente con las esculturas que crean de la basura
Jóvenes conciencias emprendedoras son las que suman los tres artífices del Museo del Caucho de Fuerteventura. Su creatividad y apuesta por la concienciación medioambiental les ha llevado a convertir viejas gomas de neumático en esculturas, donde el mundo animal guía su filosofía de aunar arte y naturaleza.
Se trata de los hermanos Zoleidy y Anderson Rentería, y Jhonathan Álvarez, que apenas alcanzan la treintena pero que ya han demostrado contar con un sólido proyecto artístico y empresarial.
Aunque dedicados al sector de la hostelería, quisieron contribuir a la defensa del planeta con la concienciación a través de su creatividad. En el Museo del Caucho, abierto al público en la calle Barranco del Pilón de Puerto del Rosario, hace apenas medio año, se puede contemplar buena parte de su obra, que exponen también en otros lugares.
Trabajan, además, mediante encargos. En diversos establecimientos de la Isla pueden verse otros trabajos. Comenzaron con su apuesta por la concienciación medioambiental a través de las plantas, de ahí su firma: Ruplares (ruedas, plantas y reciclaje, en plural). “Plantar es algo fundamental”, comenta Anderson.
Ahora profundizan en su propuesta, esculpiendo con neumáticos el mundo animal como una presentación más de la naturaleza. La idea de reciclar el caucho de los neumáticos la exportó Jhonathan de su Venezuela natal, donde en uno de sus viajes descubrió unos puestos donde se vendían esculturas realizadas con gomas recicladas.
Esa visión se le quedó en la cabeza hasta el día que llegó a sus manos su primera rueda de motocicleta, que “sin alambre” se le antojó más fácil de manejar, por lo que se animó a crear arte, al tiempo que reciclaba el material.
El grupo lleva así ya cuatro años, en los que ha creado y reciclado más de medio centenar de obras. Trabajo que estos artistas han podido presentar en diversas exposiciones hasta que surgió la idea de concentrar este arte en un único espacio, como es el actual Museo del Caucho de Puerto del Rosario.
Su intención es buscar soluciones a esa alta demanda de goma neumática, de la que la industria no puede prescindir. “Todas estas ruedas que están empleadas en estas obras ya no están ahí fuera contaminando”, enfatizan
Se trata de un local que sirve a modo de sala de exposiciones. Toda su obra está en venta. En el museo presentan al público un compendio de esculturas como parte de este proyecto de concienciación medioambiental en el que también trabajan con centros educativos para inculcar la necesidad de reciclar entre los escolares.
Conscientes de la importancia de que al ser humano se le eduque desde los inicios en el concepto del reciclaje y despertando la curiosidad de los menores. “Si dejamos de utilizar materiales nocivos para el medio ambiente y los que están los empleamos a nuestro favor, vamos progresando. Conseguimos que la basura sea funcional. Eso es lo que intentamos transmitir”, señalan.
“Queríamos crear algo físico para mostrar esta filosofía al público, pero la idea es que sea un museo itinerante, a fin de que circule nuestra propuesta”, comenta Anderson.
Ante la gran demanda que existe en torno al sector del neumático, estos artistas quieren poner su granito de arena en el reciclaje de ese material. “Hay empresas que realizan ese trabajo, pero nosotros queríamos hacer arte. Transmitir una concienciación y buscar alternativas. Esta es una de ellas, más atractiva y llamativa”, explican los jóvenes.
Zoleidy pone la parte femenina a las esculturas, “la parte más delicada”, según comentan, como son los rostros y gestos de las esculturas. Para desarrollar su proyecto como museo itinerante, estos creadores han iniciado contactos en otras islas para presentar sus obras, por ejemplo en centros comerciales de Lanzarote o Tenerife.
“Buscamos grandes espacios públicos donde acude la gente habitualmente para que, en esas visitas que realizan de forma cotidiana, pueda sorprenderles la propuesta artística y medioambiental. Tenemos que sacar este museo fuera para que lo vea el mayor número de personas posible”, comentan. Mientras tanto, sus obras formarán parte de una exposición en el aeropuerto de Fuerteventura, este mes de noviembre.
En el recorrido por el Museo de Caucho, a las piezas les acompañan paneles informativos sobre los animales que representan estas esculturas, como el dodo a tamaño natural que preside una de las estancias, ave extinguida a finales del siglo XVII y que se exhibe como arquetipo de especie extinta por causa del ser humano.
“Si dejamos de utilizar materiales nocivos para el medio ambiente y los que están los empleamos a nuestro favor, vamos progresando. Conseguimos que la basura sea funcional. Eso es lo que intentamos transmitir”, señalan
También conforman estas notas explicativas noticias medioambientales, que los artistas van actualizando, o el origen del material que emplean para sus creaciones. Su idea es continuar el ciclo de la materia. “El caucho es algo natural, se obtiene de una sustancia lechosa llamada látex, que se extrae de las plantas al que se le transforma con otros componentes para que resistan altas temperaturas y peso, ese añadido es el que contamina tanto”, explican.
Como si de trofeos de caza se tratase, entre sus obras se encuentran representaciones de cabezas de toro, ciervo, león o lobo, para demostrar que se puede disfrutar de la belleza animal sin necesidad de acabar con la naturaleza. Su intención es buscar soluciones a esa alta demanda de goma neumática, de la que la industria no puede prescindir. “Todas estas ruedas que están empleadas en estas obras ya no están ahí fuera contaminando”, enfatizan.
Consiguen la base de sus creaciones, principalmente, en los talleres, negocios que evitan tener que pagar a una empresa especializada para que les libre de los desechos. Las obras del museo se encuentran también a la venta. Aseguran que han vendido el 30 por ciento de sus creaciones y que están repartidas por dentro y fuera de la Isla, como el famoso logo del bar Aquí Estamos, uno de los negocios que apostó por contar con sus diseños, a los que los creadores tienen que dedicar los ratos libres que les permiten sus trabajos en hostelería, como el de la arepera que también regentan en la capital majorera, fácilmente identificable por las esculturas de su fachada.
Uno de sus clientes habituales les ha brindado la escultura adquirida para que puedan exponerla en el Museo. Se trata de Davy Jones de la película Piratas del Caribe, cuyo rostro de tentáculos está enmarcado en uno de los ojos de buey rescatado del lujoso transatlántico American Star, encallado en 1994 en la playa de Garcey.
Recuerdan que, tras las medidas de seguridad que hay que contemplar para trabajar tan rudo y contaminante material, una vez tratado es “inofensivo” y de gran durabilidad por lo que puede servir de elemento decorativo en fachadas y terrazas.
Es el caso del patio del propio Museo del Caucho, decorado con figuras mitológicas, como un impresionante grifo, junto a un dragón o una sirena, entre otras propuestas, y que se pueden admirar desde alguno de los cómodos butacones de rueda neumática reciclada que han habilitado para el descanso de los visitantes.
Los jóvenes comentan que cada obra es única e irremplazable, por lo que les duele cada vez que tienen que desprenderse de alguna de sus creaciones. No en vano, en ellas han dejado un poquito de cada uno de ellos.
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