PERFIL

María Fernández, centenaria de Casillas del Ángel: “El secreto de la felicidad es desear el bien al que te hace mal”

De la vida en el primer tercio del siglo XX recuerda la pobreza: “No había ni para comer”

Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 12/08/2019 - 08:06

Como mucho, parece una octogenaria, pero esta vecina de Casillas del Ángel ha cumplido ciento un años de vida, “aunque ella, desde que cumple años, se pone uno más”, dice su hija, Ana Cabrera. Así que, desde el 28 de mayo, cuando se le pregunta, María Fernández responde que tiene 102 años.

María vive en su propia casa con uno de sus tres hijos, Juan, que se encarga de cuidarla con tal mimo que le hace saltar las lágrimas a su madre. “No sé que sería de mí sin él”, dice, asegurando que en la vida, lo más importante es, precisamente, “la salud y los hijos”.

Muy coqueta y presumida, María tuvo más de un pretendiente en su juventud, aunque acabó casándose con Victoriano Cabrera, de Tesjuate, “porque era muy bueno” y se hizo un vestido de novia negro, ya que guardaba luto por su padre.

De la vida en el primer tercio del siglo XX recuerda la pobreza. “No había ni para comer”, repite, cuando menos para lucir ropa a la moda, a pesar de que a ella le gustaba ojear las revistas de figurines de la época. Sin embargo, los vestidos tenían que durar. “Cuando llegaban las fiestas, le llevabas el que estaba menos usado a la costurera, para que le hiciera algún cambio en la hechura”, recuerda.

Ella misma solía arreglar alguna prenda a su marido o hijos, pero para las cuestiones más delicadas, como el vestido de las fiestas, se recurría a las profesionales, como era el caso de Pinito Nóbrega, la querida vecina de Casillas, fallecida hace unos años.

María y Victoriano comenzaron su vida de casados trabajando de medianeros para don Donato y doña Petra, dos terratenientes, “muy buenas personas”, que les acabaron regalando una parcela de suelo de su propiedad, donde ahora se asientan la casa de María y la de su hija Ana, construidas por la familia Cabrera Fernández.

Entre otras anécdotas de su vida, María recuerda haber sido la primera usuaria del hospital Virgen de la Peña, donde dio a luz a uno de sus hijos.

Ana y Juan aseguran que María ha sido una madre entregada. “Nos ha dado todo, dentro de sus posibilidades”, aseguran. Tiene cuatro nietos y ya cuatro bisnietos y dice sentirse muy querida, tanto por sus allegados como por los propios vecinos, aunque quedan pocos de su generación. Hasta recuerda agradecida “la amabilidad” del anterior alcalde de Puerto del Rosario, Nicolás Gutiérrez, cuando celebró sus cien años de vida.

María asegura que no hay otra cosa para ser feliz que no sufrir enfermedades ni propias ni cercanas, pero, como el oráculo en el que la convierte su siglo de experiencia, sentencia que el secreto de la felicidad es “no desear el mal”. Algo que se expresa con sencillez, a veces resulta difícil de aplicar, pero esta mujer sabia lo aclara, poniendo como ejemplo su reacción ante decepciones o perjuicios sufridos por causa de terceras personas: “Si alguien me hace un mal, yo rezo para que le hagan bien, que Dios no lo castigue, sino que le ayude a darse cuenta de que hizo mal”.

Desde hace unos años, la centenaria de Casillas colecciona figuras de vírgenes y santos. Tiene varias docenas, pero su preferida es la de la Patrona de la Isla, la Virgen de la Peña, que luce en medio de otras imágenes en la mesa de su habitación. Muchas son regalos, recuerdos de viajes de allegados, sabedores de su afición. Incluso el que fuera presidente del Cabildo, Marcial Morales, le regaló una imagen de la Patrona. “Fue muy cariñoso”, dice María, todo un ejemplo de sabiduría.

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