DESTACAMOS

El drama de la inmigración: 20 años desde el naufragio de la primera patera en la Isla

“Aquel naufragio fue como un golpe en el estómago. Desde hacía algunos años venían llegando embarcaciones a Fuerteventura y Lanzarote con jóvenes migrantes, pero nunca había ocurrido ninguna tragedia, que supiéramos”, recuerda el periodista Pepe Naranjo

Pateras llegadas a la playa de Gran Tarajal en 2003. Fotos: Carlos de Saá
Eloy Vera 4 COMENTARIOS 18/07/2019 - 07:51

Era viernes por la noche. Ese día un grupo de jóvenes magrebíes empezaban a acariciar el sueño europeo. Estaba previsto salir de la playa de El Aaiún en una patera rumbo a Canarias. En principio, sería un viaje más, por la ruta hacia Europa, que dos saharauis abrieron el 28 de agosto de 1994, siguiendo la luz del Faro de La Entallada, en Tuineje. Sin embargo, esta vez sería diferente. La embarcación se hundió a 300 metros de la costa y nueve de sus tripulantes terminaron ahogados en una playa de Morro Jable. Era el primer naufragio documentado de una patera que se dirigía a Canarias. Era el 26 de julio de 1999.

Este mes de julio se cumplen 20 años del hundimiento de la primera patera en aguas de la Isla. En ella, murieron nueve jóvenes de la zona de Guelmín, una zona rural del sur de Marruecos. La cifra de tripulantes bailó entre 14 y 21 aquellos días. Los supervivientes aseguraron haber pagado 4.000 dirhams, unas 70.000 pesetas, por subirse a una embarcación de apenas 6 metros de largo con un motor de 15 caballos.

También contaron que el encargado de acercarlos al sueño europeo era Abdoula, un marroquí acostumbrado, tal vez, a realizar en otras ocasiones el viaje. Sin embargo, esta vez se equivocó. En vez de desembarcar por alguna de las playas próximas al Faro de La Entallada, se fue más hacia el sur, hacia Morro Jable.

El periodista grancanario Pepe Naranjo daba a conocer aquellos días en el periódico Canarias 7 algunos detalles del naufragio a partir del testimonio de los supervivientes. Al llegar a Morro Jable, el supuesto patrón “quiso huir de la presencia de la gente, no desembarcar por el muelle, así que decidió retroceder. Fue en ese momento cuando la patera chocó contra una roca, se desestabilizó y un hombre cayó al agua. En un intento desesperado por salvarlo, los ocupantes de la embarcación corrieron a la borda por donde cayó y la patera volcó para no volver a salir a flote”.

Pepe Naranjo escribe estos días para el diario El País sobre el virus del ébola y su expansión por la República Democrática del Congo donde la epidemia se ha cobrado 1.500 vidas desde agosto. Desde África recuerda otra de las grandes tragedias del continente africano: la emigración y la muerte de miles de personas intentando llegar a Europa, muchas de ellas en aguas canarias.

“Aquel naufragio fue como un golpe en el estómago. Desde hacía algunos años venían llegando embarcaciones a Fuerteventura y Lanzarote con jóvenes migrantes, pero nunca había ocurrido ninguna tragedia, que supiéramos. Desde aquel día, tuvimos la constatación de que, además de la incomodidad o el laberinto legal posterior con riesgo de expulsión y la situación de irregularidad, se estaban jugando la vida”, comenta.

Este periodista especializado en migraciones recuerda las imágenes grabadas por Gerardo Jorge para TVE de un cadáver empujado por las olas en la playa de La Señora: “Aquello me impactó. Pero sobre todo la imagen de siete cadáveres tirados en el suelo de la cofradía de pescadores de Morro Jable”.

Naranjo titulaba una de sus informaciones Ruleta macabra en la morgue de Fuerteventura donde contaba cómo familiares y amigos de los desaparecidos, residentes en las islas, se acercaban hasta la morgue del Hospital de Fuerteventura con el estómago encogido, temiendo encontrar a alguno de sus conocidos entre los muertos. Recuerda cómo “algunos salían con la alegría de que no estaba allí su hermano, primo o amigo y otros con todo el dolor grabado en el rostro. Por primera vez, Canarias vivía de cerca el drama migratorio”, dice.

Los motivos por los que aquellos jóvenes decidieron subirse a una patera se fueron para siempre con ellos. Pero este periodista, con más de 20 años a sus espaldas cubriendo historias de migraciones, asegura que “siempre coincide en una gran falta de expectativas en su pueblo de origen, unido a la existencia de una idea generalizada de que al otro lado del mar y en la patera están las soluciones que no encuentran en sus países”.

Los jóvenes procedían de Guelmín, un pueblo cerca de Sidi Ifni, bajo jurisdicción española hasta la proclamación del nuevo reino independiente de Marruecos. Allí los jóvenes, la mayoría de ellos muy humildes, trabajaban en las minas de fosfatos, en la agricultura o estudiaban hasta que alguien les metía en la cabeza la idea de empezar una nueva vida en el continente vecino.

Gritos en el agua

Otra de las personas que vivió aquellos días el proceso de búsqueda y rescate de los cuerpos fue el jefe de Seguridad y Emergencias del Cabildo de Fuerteventura, Fran Torres. Por aquel entonces, Fran era un trabajador de banco que dedicaba su tiempo de ocio a temas de salvamento en el municipio de Pájara.

Torres recuerda cómo recibió la llamada de un compañero, el patrón Antonio Morcín, que le indicaba que se había recibido un aviso por parte de gente que estaba de acampada en la playa de Las Coloradas. Le decían que había llegado una patera y que habían escuchado gritos en el agua de madrugada. Al día siguiente, se activó un dispositivo de búsqueda en la zona.

Este especialista en salvamento explica cómo empezaron a encontrar cuerpos en el fondo del agua, “un fondo de arena limpia y tranquilo, con unos cuatro metros de profundidad. Los cuerpos los íbamos sacando con gafas y tubo, ni siquiera con equipos de buceo. Me llamaba la atención el brillo de las latas que traían con comida para la travesía. El brillo nos iba marcando el sitio donde podían estar los cuerpos”, recuerda.

En sus recuerdos también está la imagen de un niño, no debía tener más de 14 años, flotando. “Eran críos que se ahogaron en un palmo de agua porque entraron por el lado equivocado de la playa. Creo que desde la patera vieron las luces de la gente que estaba acampada y se alejaron hacia el sur, unos cien metros, y ahí tocaron con piedras y volcaron”.

La playa de la Señora, en Morro Jable, se llenó esos días de embarcaciones, helicópteros de rescate y miembros de Salvamento que sacaban del mar cuerpos sin vida. Hasta ese entonces, lo común había sido rescatar a algún turista ahogado o a un pescador en apuros. La imagen de aquel final de julio contrastaba con la de los turistas europeos que, cerca de allí, intentaban regresar a sus hogares algo más bronceados.

El fotógrafo Juan Medina trabajaba por aquel entonces para la Agencia Efe. Desde 1998 documentaba la llegada de pateras a las costas majoreras. “Fue un hecho verdaderamente dramático. Era la primera vez que se tenía constancia de pérdidas de vidas humanas, prácticamente, en las playas de la Isla. Se conocía que muchas pateras se perdían o naufragaban, pero no había constancia de ello”, explica.

Este fotoperiodista recuerda cómo, en este caso y en un montón de ellos más, “la gente de a pie reaccionó de forma muy solidaria. Desde el sur al norte, a Pozo Negro o cualquier otro pueblo llegaban muchísimas pateras y la gente siempre arrimó el hombro, dio ropa seca y hubo un plato de comida”.

Medina trabaja en la actualidad para la Agencia Reuters. Realiza infinidad de coberturas, pero cada vez que tiene la oportunidad regresa al fenómeno migratorio. Hace unas semanas estuvo en Motril (Granada) donde un ferry que iba de Marruecos a Motril tuvo que rescatar a 20 personas de una patera en la que viajaban 40. Los otros 20 estaban desaparecidos. “Como profesionales tenemos que seguir prestando atención. Una vez que se conoce el tema, no se puede mirar hacia otro tema”, indica.

El fotógrafo señala cómo aquel episodio en la Isla “pasó de ser un hecho puntual y luctuoso a un drama estructurado”. El hundimiento de la embarcación abrió paso a un goteo de muertes y naufragios en Fuerteventura, un territorio que algunos bautizaron como el nuevo cementerio de África.


Entierro de migrantes en el cementerio de Gran Tarajal.

Un goteo incesante

Tras la llegada, el 28 de agosto de 1994, de dos saharauis a la playa de Las Salinas del Carmen hubo que esperar hasta el 6 de febrero de 1995 para ver llegar una nueva embarcación, esta vez a Caleta de Fuste. Tras ellas, llegaron otras. Luego muchas más. Comenzaron a llegar menores, mujeres, algunas de ellas embarazadas o con recién nacidos. Más tarde, embarcaciones, que partían desde Nuadibú o Saint Louis con subsaharianos a bordo de Costa de Marfil, Malí, Guinea Conakry, Ghana, Nigeria... Eran los tiempos de personas hacinadas en la antigua terminal del Aeropuerto, ocultos a la mirada de los periodistas, y la de las lápidas de cemento en los cementerios donde se leía inmigrante sin identificar.

“Todo aquello supuso, quizás, el mayor reto político, social y humano para el Cabildo”, afirma Natividad Cano, en aquellas fechas consejera de Asuntos Sociales de la institución insular. Recuerda lo difícil que fue enfrentarse a un problema “totalmente desconocido, no sólo a nivel político sino también por parte de la población”. Los inmigrantes llegaban a una Isla con infraestructuras insuficientes para la población local.

Cano recuerda episodios como el de la patera de Morro Jable, que “difícilmente he podido olvidar a pesar de los 20 años que han trascurrido. Fueron muchas las pateras que terminaban contra las rocas de nuestras costas y fueron muchos los inmigrantes que murieron, no sólo a lo largo de la travesía, sino incluso en la propia llegada a la costa”.

Eran, continúa, “hechos terribles en los que lo único que podíamos hacer era darles una sepultura digna y poco más”. Se trataba de ir dando soluciones sobre la marcha, buscando traductores para hacer frente a la barrera del idioma, espacios donde alojar a los menores y cementerios donde dar sepultura a los muertos. Natividad concluye asegurando que “si se volviera a presentar un repunte tan fuerte como el anterior, nos encontraríamos con que seguimos prácticamente en la misma situación, faltando recursos”.

Homenaje a las víctimas

La Asociación Entremares y Raíz del Pueblo homenajearán a finales de julio a los muertos en la patera de Morro Jable en 1999. El homenaje se iniciará el 25 de julio con la proyección del documental El Naufragio, 30 años de memoria sumergida con guion del periodista Nicolás Castellano. Será en la antigua Universidad Popular, en Puerto del Rosario. Tras la proyección, habrá un coloquio donde intervendrán Nicolás Castellano, el también periodista José Naranjo, el fotógrafo Juan Medina, el jefe de Seguridad y Emergencias del Cabildo majorero, Fran Torres, e Issa Sidibe, superviviente de un naufragio en Fuerteventura.

El documental volverá a proyectarse en Raíz del Pueblo, en La Oliva, el 26, y un día después en la Casa de la Juventud de Morro Jable. A las 12.00 del mediodía también se realizará, el día 27, una ofrenda floral al mar y se rezarán oraciones a las víctimas en la playa de la Señora, en Morro Jable.

Comentarios

Pues a ver si homenajeais a los miembros de las ffccs, del ejército, de Salvamento marítimo, de cruz roja, caritas... Algunos se expusieron a pecho descubierto y para ellos ni galletas ni chocolate caliente.
¿Hay "remedio" para la EXPLOSIÓN DEMOGRÁFICA de África, de los africanos...? Es asunto de la mayor importancia, crucial, para África, pero también para el resto del mundo. Basándose fundamentalmente en fuentes y estudios de las Naciones Unidas, ONU, se obtienen datos alarmantes, como los siguientes ejemplos. Según el Informe Perspectivas de Población Mundial, de la ONU, la población mundial pasará de los 7.300 millones actuales a 8.500 para 2030 y 9.700 para 2050, y el continente africano será el responsable de más de la mitad de ese crecimiento, llegando a representar para 2050 el 25% de la pob. mundial. La población africana en su conjunto se multiplicará por 4 antes de acabar este siglo. Para el año 2100, serán diez países africanos los que, cuando menos, habrán quintuplicado su número de habts. Durante ese periodo, anualmente nacerán 40 millones de africanos ... Actualmente, África cuenta con 1.200 millones de habitantes (En 1960, apenas sobrepasaba los 300...), representando el 16% de la población del globo. En 2100, la ONU prevé que serán 4.500 millones, el 40% de toda la humanidad mundial. Nigería, por ejemplo, que es el país más poblado del continente, contando hoy con unos 200 millones de personas (En torno a 1962, eran sólo 32 millones), se pronostica que contará con 400 millones en 2100 ... Niger, que hoy cuenta con 20 millones de habitantes, se prevé que hasta finales de este siglo, los mismos se habrán multiplicado por diez... La tasa medi de fertilidad en África, o número de hijos por mujer, es de 4,8, mientras que la media a nivel global, mundial, es de 2,5. Pero hay países africanos, como Niger, que esa media sube hasta 7,2... Según los informes y los expertos, la tasa de fertilidad no desciende apreciablemente en el conjunto del continente negro, donde las políticas de control de natalidad no han tenido los mismos efectos que en otros conjuntos mundiales, como América Latina, Asia... Con todo esto, ¿qué esperanzas puede haber para el desarrollo de una humanidad cuyo desbocado, disparatado crecimiento, obliga a dedicar todos sus recursos, más las ayudas del resto del mundo, a lo más básico, como es a alimentarse, mientras apenas resta algo, para expandir, por ejemplo, los sistemas de educación, salud, reducir la desigualdad, fomentar el desarrollo de las fuentes y medios de producción, esencialmente de alimentos... Bases esenciales para posiblitar un auténtico desarrollo social, humano, económico... En conclusión: África necesita planes radicales de planificación demográfica, de contención radical de la natalidad desbordada de que es víctima: este es el campo fundamental en el que la ayuda internacional debe de centrarse, volcarse. Las demás "ayudas" , supuestas, del mundo a África, en general más parece que están perjudicando a los africanos que ayudándoles. La República Popular China, así como India, aunque más suavemente esta última, dieron ejemplos de exitosos planes de control-contención demográfica. Pero eran estados fuertes, con gobiernos fuertes, mientras que África...
A la vox de Fran, aunque ha sido escueto en palabras,también se le ve que está algo dolido por lo que pasó en esos años y en la que trabajamos muchos, sin embargo no son medallas solo recordar que se cumplen esos 30 años y nada más.Según tengo entendido todos están invitados y algunos van a participar sin levantar la vox.
Para tratar de acabar de raíz con los desesperados movimientos migratorios desde países "en desarrollo", sería preciso hacer políticas dirigidas a promocionar la cultura, derechos y libertades de las mujeres de esas naciones, con el fin de que sean realmente dueñas de sus vidas, y dejen de ser simples objetos en manos de sus maridos y familias. Para que puedan elegir, por ejemplo, si quieren tener hijos o no,o el número de los mismos, si optan por lo primero... Para que dejen de ser unas simples "reproductoras" y "bestias de carga-trabajo", en manos de sus "amos y señores ", así como de sus sociedades, todo en medio de la pobreza e imbuido hasta el tuétano de tradiciones y religiones arcaicas, enemigas de libertades y progreso humanos. Tener acceso a una planificación familiar, tener los hijos que quieran... las mujeres africanas, ¡ qué difícil! Mientras que, por ejemplo, en países de América Latina o del Sudeste Asiático han mejorado en la proporción de mujeres que acceden a la anticoncepción moderna, en la mayoría de los africanos no ha habido ningún cambio y menos del 10% utiliza estos métodos. Los cálculos del Instituto Guttmacher y el UNFPA (el Fondo de Naciones Unidas para la Población), sitúan el coste anual actual de los anticonceptivos en los países en desarrollo en unos 3.150 millones de euros. Para cubrir todas las necesidades actuales, gobiernos, organismos internacionales, ONG y demás actores deberían invertir 3.000 millones más. Este desembolso tendría un retorno muy valioso. Si las necesidades de estas mujeres estuvieran cubiertas, este año se reducirían en dos tercios los embarazos no deseados, habría 26 millones menos de interrupciones voluntarias del embarazo, siete millones menos de abortos espontáneos y 21 millones menos de nacimientos indeseados. Además, se evitaría la muerte de 79.000 mujeres por causas relacionadas con el embarazo, 600.000 muertes neonatales y 500.000 postnatales, lo que contribuiría a acercar un poco más los Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir la mortalidad materna e infantil. ¿Y cuántos millones dramas terribles, entre ellos, de muertes, de EMIGRANTES de países en desarrollo, sobre todo africanos, se evitarían si se invirtiera en desarrollar esas políticas de planificación familiar? En dinero, esto supondría la inversión extra de 4.000 millones supondría un ahorro en gastos sanitarios de 5.700 millones. ¿Y en socorrer y atender a los inmigrantes, en países a los que arriban? Si evitar tanto dolor no tiene precio, en lo material, si hace cuentas, el mundo desarrollado saldría ganando mucho dedicándose a ayudar al " tercer mundo " a planificar sus poblaciones. Sólo con socorrer y atender a los inmigrantes que llegan, a medio y largo plazo, no se soluciona el problema mayor de estos tiempos, sino que sólo vale para perpetuarse, y quizá, peor: a agravarlo más todavía .

Añadir nuevo comentario