El hinduismo como forma de vida en Fuerteventura
La comunidad indostánica de la Isla destaca por su integración en la sociedad majorera y busca despertar la curiosidad sobre sus costumbres
Alrededor de medio millar de personas componen la comunidad indostánica de Fuerteventura, de la que sus representantes, Vikas Arora y Manoj Gianchandani, destacan lo integrada que se encuentra en la sociedad majorera.
Ahora buscan despertar la curiosidad sobre su cultura y costumbres, de las que ya hay buenas muestras, con la incorporación de su rica gastronomía y disciplinas como yoga o meditación. “El hinduismo no es una religión, sino una forma de vida”, defienden Vikas y Manoj, a los que se suma Dimple, una majorera de origen hindú que da clases de ética en el templo de Corralejo.
Esta comunidad caracterizada por su solidaridad y gratitud, reflejo de su cultura y educación, llegó a Canarias a mediados del siglo XIX atraída por las posibilidades de negocio que ofrecían las Islas capitalinas como puerto franco y que más tarde supieron ver en las de Fuerteventura y Lanzarote al amparo del desarrollo turístico.
Son ya varias generaciones las que están asentadas en Fuerteventura. Las dos últimas han nacido aquí y tienen el español como idioma principal, pero no han perdido el contacto con sus orígenes. Para explicar el fenómeno comercial originado en las Islas con la llegada de esta comunidad, Dimple especifica que la mayoría de la población emigrante llegada a las Islas proviene de la casta sindhi, que hace referencia a la provincia Sindh, situada en la actual Pakistán, y que siempre ha tenido fama de “grandes negociantes”.
“Nos define el negocio y el trabajo, es algo que llevamos en la sangre”, enfatiza esta joven majorera quien asegura que ve este reflejo de sociedad trabajadora y emprendedora en su propio hijo, que representa la tercera generación. “Te calcula todo perfectamente y sabe cómo economizar una situación y eso no se lo hemos enseñado”. Algo en lo que coinciden Vikas y Manoj con respecto a sus descendientes. “El primer objetivo de un emigrante es forjarse un porvenir, salir para ganarse la vida y ganar dinero, para lo que se dedica más tiempo de lo normal, eso es algo que no tiene nada que ver con la nacionalidad”, añade Vikas, que es de origen panyabí.
Ahora han pasado a ser empresarios que contribuyen a crear empleo en la Isla. Manoj explica que su familia llegó a Canarias en los años 60. Él nació en las Islas al igual que sus hijos. En su casa se habla español, pero sin olvidar sus raíces. “Son ya tres generaciones de mi familia las que vivimos aquí y los que vendrán...”.
Recuerda que su padre llegó como empleado invitado por unos familiares que habían creado su empresa en las Islas, al igual que la mayoría de la comunidad. Ahora ellos son los empleadores. Vikas, por su parte, llegó hace 32 años, tras concluir sus estudios, a Gran Canaria, donde tenía familia. Aprendió español en la India. “Vine a las Islas, me gustó y me quedé”, comenta. Apostó por el sector de la hostelería en Fuerteventura y ahora cuenta con cinco restaurantes en El Castillo para ofrecer una variedad gastronómica adaptada a todos los gustos.
Mantener el arraigo con sus orígenes, tradiciones y lengua es labor de las familias. Así como la organización de eventos sociales a los que invitan a toda la ciudadanía, como la reciente celebración del Diwali Ball, con el que festejan el año nuevo hindú, y que se desarrolló en el norte, centro y sur de la Isla con la participación de representantes políticos, empresariales y sociales.
Para marzo preparan la colorida festividad Holi. “Lo bueno que tenemos nosotros es que somos como un árbol, cada vez con más raíces y esos niños que nacieron aquí conocen la cultura canaria pero también la hindú”, señala Vikas. “Ya no nos consideramos emigrantes, porque ¿hasta cuándo hay que mantener el título de emigrante?”.
Manoj destaca además que “la comunidad extranjera que mejor se ha integrado es la hindú a base del comercio”. “Somos los más pacíficos y discretos, nos hemos adaptado muy bien, hemos aprendido el idioma y no queremos imponer nuestras costumbres. Ahora queremos crear una curiosidad a la sociedad majorera, que nos pregunten sobre el hinduismo. A mí me encantaría explicarle a todo el mundo los orígenes de estas tradiciones”.
Y así lo hacen a lo largo de esta conversación. La tranquilidad que son capaces de transmitir a los que están a su alrededor forma parte de su cultura y de su “fortaleza espiritual”. Han sido educados en el respeto a los mayores y al medio ambiente, en la discreción, en la meditación como forma de aprendizaje y en buscar el lado positivo de la vida.
Para explicar el fenómeno comercial originado en las Islas con la llegada de esta comunidad, Dimple especifica que la mayoría de la población emigrante llegada a las Islas proviene de la casta sindhi, con fama de grandes negociantes
Es una comunidad que siempre está en contacto y que se ayuda entre ellos. Vikas recibe un mensaje de un conocido de un restaurante de Lanzarote que busca un camarero y le pone en contacto con un amigo de Barcelona cuyo hijo buscaba un trabajo. “Es muy normal este tipo de ayuda, no nos supone ningún esfuerzo. Siempre que esté en nuestra mano nos ayudamos. Incluso la integración se hace más fácil gracias a esta unión”, señala.
En líneas generales, los hindús se han adaptado a las nuevos tiempos. Manoj entendería que su hija, llegado el caso, quisiera casarse con alguien de fuera de su cultura. “Si ella lo ve correcto, yo lo veré bien”. Tampoco está mal visto, no como antaño, el matrimonio entre castas, como el caso de una prima de Dimple. “Ser flexibles es lo que me enseñaron en mi casa”, añade Vikas.
Las nuevas generaciones se dedican a otros sectores más allá del comercio y de origen hindú son algunos de los más prestigiosos médicos y científicos. Dimple comenta el papel de la mujer en la comunidad hindú: “La figura de la mujer hindú de mi generación es fantástica, no tenemos nada que envidiarle a una europea”.
En el templo de Corralejo se reúnen las mujeres de la comunidad, y acuden en festividades puntuales también los hombres. Allí da clases en las que transmite enseñanzas basadas en la ética y valores humanos, “más que sobre la religión hindú, porque eso ya lo viven todos los niños en sus casas”.
Diwali Ball, la bienvenida al nuevo año hindú.
Boda hindú
Una boda hindú es uno de los ritos que mayor inversión económica y temporal requiere a la comunidad hindú. Mantienen la tradición de viajar a la India para realizar todas las compras necesarias para organizar esta especial celebración, no en vano, es el lugar donde pueden disponer de las últimas tendencias y a un mejor precio.
Aunque suelen celebrarla en grandes hoteles, a día de hoy se ha puesto de moda llevarlas fuera del lugar de residencia de los novios con lo que se limita la lista de invitados. Una boda hindú puede superar los 1.000 invitados.
Se trata de un evento tan vistoso y llamativo, que incluso en los matrimonios mixtos se opta por celebrarlo bajo el rito hindú. Se trata de una fiesta que suele celebrarse durante al menos tres días y la costumbre es regalar joyas o la tradicional moneda hindú de oro como símbolo de riqueza y prosperidad para la pareja.
Comentarios
1 Majorero Jue, 27/12/2018 - 12:52
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