El archivo de Elías quiere seguir vivo
La pareja del historiador, Hannelore Von de Twer, se ha propuesto ordenar y clasificar los centenares de volúmenes y estudios para abrir el archivo a investigadores sobre Fuerteventura
Elías Rodríguez era feliz escuchando a los viejos y buscando piezas en archivos parroquiales y padrones de ayuntamientos con las que componer el puzle de la historia insular. El pasado mes de enero falleció a los 74 años. Ahora Hannelore Von der Twer, su pareja durante las dos últimas décadas, intenta que los centenares de libros y documentos que atesora su archivo personal no queden olvidados en cajas y estanterías. Al contrario, desea que continúen su camino ayudando a otros que, como Elías, quieran seguir escribiendo la historia de Fuerteventura.
Elías era una persona inquieta y con una memoria prodigiosa. Sus ganas de conocimiento le llevaban a dar saltos de una a otra investigación. Estudió la historia de su pueblo natal, Tetir, y a las familias que durante siglos pasearon por sus callejones. Sus investigaciones ayudaron a reconstruir el viejo Puerto Cabras y a conocer quiénes fueron sus primeros moradores. Sentía pasión por la genealogía. De ahí que ayudara también a varias familias a descubrir su árbol genealógico. Sus investigaciones viajaban hasta tres siglos atrás para conocer de dónde habían llegado aquellos apellidos.
Sus estudios aportaron datos sobre las corporaciones que gobernaron el Cabildo y el Ayuntamiento de la capital durante periodos como la Segunda República o el franquismo. Sus trabajos en prensa sirvieron para saber algo más del paso por Fuerteventura de Unamuno, por el que sentía adoración. En los últimos tiempos, su amor por el bilbaíno lo compartía con el de Rodrigo Soriano, el político republicano desterrado con Unamuno a la Isla en 1924.
Todo ese conocimiento se guarda ahora en cuatro paredes repletas de estanterías y de cuadros, testigos de la amistad de Elías con pintores locales. También hay una Marilyn Monroe colgada en una de las paredes y una lámina del Guernica que compró en Barcelona, durante su época de estudiante. “Cuando lo trajo, su corazón temblaba por si se le hacían abrir la maleta en el aeropuerto. Eran los tiempos de Franco”, recuerda Hannelore.
Centenares de libros se amontonan en las estanterías de su estudio. En una de ellas dos fotos, las de sus hijos Ayoze y Pelicer; una maleta de madera heredada de su padre y una antigua máquina de coser de su madre. En un lateral de la habitación, un cartel que recuerda la lucha de Elías en los últimos años: conseguir que Fuerteventura tuviera un hospital geriátrico.
Hannelore comenta cómo Elías fue el primer majorero que estudió en Barcelona. Su animadversión a Franco le llevó a descartar Madrid y optar por Barcelona, una ciudad más abierta a los nuevos aires de la cultura. “En Barcelona encontró un mundo fantástico”, recuerda. A mediodía, daba clases particulares para poder costearse los estudios. En Tetir, su madre no paraba de calar para ayudar a un joven que quería regresar a Fuerteventura con el título de licenciado en Geografía e Historia.
Elías también estudió Magisterio y llegó a ser director del Pablo Neruda hasta que la reforma educativa le llevó al IES Santo Tomás de Aquino donde se jubiló. También fue profesor de los primeros guías turísticos que recalaban por la Isla. La docencia la compaginó con la investigación. Algunos de sus estudios vieron la luz en prensa y en publicaciones como Puerto de Cabras-Puerto del Rosario del que fue coeditor y coautor. Otros esperan poder ser publicados algún día. Además, pregonó las fiestas de Tetir, Puerto del Rosario y la Feria del Libro donde dio algunas pinceladas sobre Domingo J. Manrique, el poeta modernista nacido en Tetir en 1869.
Un bibliófilo
“Tener un libro en sus manos era lo más grande para él”, asegura Hannelore. Prueba de ello, son los centenares de títulos que se amontonan en las estanterías, algunos muy antiguos. Ejemplares que van desde la literatura rusa hasta la narrativa de los españoles de los setenta, hay libros de geografía, arte, historia, naturaleza, ensayos, biografías de políticos y escritores, y otros tantos amontonados bajo la temática de Fuerteventura. “Elías gastó todo su dinero en libros”, explica su mujer.
“Tener un libro en sus manos era lo más grande para él”, asegura Hannelore. “Elías gastó todo su dinero en libros”
También hay carpetas con fotocopias de artículos escritos por Unamuno durante su destierro en la Isla, padrones de Puerto del Rosario, anotaciones sobre Jerónimo Velázquez, presidente del Cabildo durante la Segunda República, datos sobre la corporación del Ayuntamiento de Puerto del Rosario en plena República, 1933, el árbol genealógico de la familia Robayna-Melián desde 1760, listados con las distintas corporaciones del Cabildo, multitud de notas extraídas del archivo parroquial de Tetir en tiempos en los que era municipio independiente, artículos donde el historiador reconstruye el Puerto Cabras que encontró Unamuno en 1924... y muchos más papeles aún por saber el motivo por el que Elías los guardaba.
Hannelore se ha propuesto ordenarlos y clasificarlos. No para de repetir: “el alma y el conocimiento de Elías están aquí”, en estas cuatro paredes. Por eso, no quiere echar el pestillo de la sala sino abrirla a otras personas que estén interesadas en seguir estudiando sobre Fuerteventura. “Elías era generoso con todo aquel que quería estudiar sobre la Isla”, recuerda Yeray Estévez, un historiador que ayuda a Hannelore en las tareas de archivística.
Entre los proyectos que Elías dejó pendientes está la publicación de un libro sobre el timplista Casimiro Camacho. Hannelore espera que esto no se demore en el tiempo. “Casimiro tiene 86 años, sería una pena que no se hiciera el acto de presentación del libro con él vivo”, insiste. También espera llevar a cabo otro sueño que acompañó a Elías durante su vida: recopilar el archivo de Francisco Navarro Artiles, uno de los grandes investigadores de la historia de Fuerteventura, y hacerlo accesible a los estudiosos. “Elías siempre hablaba de su deseo de ayudar a Alicia, su hija, para hacer un archivo de Navarro Artiles”, recuerda.
Rodrigo Soriano
Elías era asiduo a la Cátedra Cultural Miguel de Unamuno que cada año organiza el Cabildo en la Casa Museo. “Siempre preguntaba datos sobre Rodrigo Soriano a los investigadores que participaban. Le decían que no era importante, pero Elías pensaba lo contrario”, explica Yeray.
Un día sonó el teléfono. Era Marcial Morera, el catedrático de Filología encargado de organizar la Cátedra. La llamada tenía una intención: proponerle dar una charla sobre Soriano en la Cátedra. Elías se mostró esquivo. Al poco, estaba buscando datos sobre aquel hombre polifacético que estudió derecho; se dedicó al periodismo llegando a ser editor de Vida Nueva y España Nueva; fue diputado desde 1901 hasta la Segunda República, salvo el tiempo que estuvo exiliado por Primo de Rivera; más tarde fue enviado a Chile para desarrollar labores diplomáticas en la Embajada española donde desarrolló una férrea labor en ayuda a los republicanos españoles. Junto al poeta Pablo Neruda propició la llegada de 2.078 refugiados españoles a Chile, procedentes de Francia, a bordo del vapor ‘Winnipeg’.
El historiador llegó a contactar por teléfono con Dolores, la hija del político que aún vivía en Chile. Desde allí llegó un día a casa de Elías un paquete de 60 kilos. En su interior, numerosa documentación referente a Rodrigo Soriano: documentos, artículos que estaban destinados a publicarse en prensa, fotografías, postales, correspondencia… y mucho material más que Elías no pudo terminar de leer.
Yeray Estévez siempre se interesó por la etapa de la dictadura de Primo de Rivera, la misma que había exiliado a Fuerteventura a Unamuno y Soriano. Tras terminar la carrera de Historia, supo de la existencia de este material en manos de Elías. “Me enseñó todos los documentos y empezamos poco a poco a clasificarlos”, explica. Fueron encontrando textos donde escribía de arte, política nacional, historia y también varios artículos en los que habla de su estancia en Fuerteventura.
Yeray llama la atención sobre la importancia de estos textos en los que “no se da una visión tan bonita de la isla, como la que dio Unamuno, pero sí realista hablando, por ejemplo, de la escasez y la falta de agua”. También destaca la existencia entre los papeles de un relato escrito por Soriano en el que novela la burromaquia llevada a cabo por un grupo de nobles a finales del siglo XVI en Betancuria ante la plaga de este animal en la villa histórica.
“Algunos documentos están escritos a mano y otros a máquina”, explica el historiador mientras destaca que “ya el propio soporte del documento tiene su valor en sí mismo. Hay algunos que vienen con el membrete de la Embajada de Chile o del lugar donde estaba residiendo en esos momentos: Marruecos, Rusia…”.
La enfermedad y la muerte hicieron que Elías dejara a medias la clasificación y documentación. Ahora Yeray y Hannelore han empezado, de nuevo, a ordenar todo el material que llegó de Chile y los libros de Soriano que Elías fue comprando, a través de internet, en librerías de segunda mano en Madrid y Barcelona.
La intención de Yeray es recopilar lo escrito por Soriano sobre Fuerteventura y publicarlo; también escribir su biografía completa. Sabe que le llevará tiempo, pero no cesa en el empeño. Hannelore no duda en entregar, algún día, todo este material a algún archivo.
El último deseo de Hannelore es convertir el estudio de Elías en un lugar donde se celebren tertulias culturales. Insiste: “El pensamiento de Elías está aquí dentro”.
Comentarios
1 Zorrocloco Majorero Mié, 12/09/2018 - 19:00
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