Carmelo Torres es doctor en Historia y máster internacional en restauración del Patrimonio edificado. El historiador defiende la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) para 75 viviendas del viejo Puerto Cabras. Ha presentado en el Cabildo la petición para que el Gobierno de Canarias inicie el expediente. Puerto del Rosario carece de catálogo arquitectónico municipal en el Plan General.

- ¿Es optimista respecto al éxito de su lucha, que lleva ahora en solitario, tras desistir otros profesionales que integraban el grupo Salvar Puerto Cabras?

- En el fondo, sí, aunque el panorama no es muy halagüeño. Hay que tener en cuenta la apatía institucional, que en lugar de actuar de garante, ha desprotegido totalmente el patrimonio del viejo Puerto Cabras, me atrevería a decir que a golpe de teléfono; o los recursos humanos y técnicos, que no han hecho nada en 30 años, cuando yo, en solitario, he sido capaz, en quince días, de armar la documentación requerida para la petición BIC de 75 viviendas. A eso se suma la extraña reacción de las formaciones políticas. Ni una sola, de cualquier ideología, ha alzado la voz para defender la protección del casco. Así que, al menos en este caso, sí podríamos decir que ‘todos son iguales’.

- ¿Qué pasos sigue la tramitación?

- El pasado 23 de marzo presenté la petición en el Cabildo, si bien es el Gobierno de Canarias quien decide sobre esta cuestión, para lo que debe acudir a expertos externos, como universidades, que valoren el interés patrimonial de los inmuebles. Mientras tanto, el Cabildo puede decidir impulsar el expediente, requerir al Ayuntamiento para que, de forma cautelar, paralice las licencias en la zona interesada por la petición del BIC, bajo apercibimiento de las sanciones correspondientes, que pueden llegar a los 600.000 euros; o, por el contrario, puede retener la tramitación los meses que estipula la ley y dejar correr el tiempo, algo que quedaría en la conciencia de las administraciones.

- ¿Por qué cree que no hay conciencia empresarial de beneficio en el patrimonio?

- Quizá por simple desconocimiento, o por primar el beneficio inmediato basado en nuevas obras. Sin embargo, núcleos como La Laguna o Teguise lo están rentabilizando turísticamente porque apostar por el patrimonio y la historia es un negocio a medio o largo plazo. Hay que aclarar que el propietario de un inmueble BIC puede vender e intervenir en el edificio, con supervisión del área de patrimonio. Sin embargo, la especulación es más inmediata: si el precio medio de cada vivienda en el casco de Puerto Cabras es de 100.000 euros, eso supone 7,5 millones de euros por las 75 viviendas que intentamos salvar. Por no hablar de las alturas que ahora se permiten. No hay una visión del patrimonio como un bien de todos y, aunque no creo que haya que actuar siempre pensando en el turismo porque nos convertiremos en un parque temático, lo cierto es que también sería oportuno conservar una zona recoleta y acogedora en la capital para los 230.000 cruceristas anuales que dan la peor puntuación de toda Canarias a la visita de Puerto del Rosario. No  hay más que hacer que ir a un centro comercial o la calle Primero de Mayo y ver la actuación folclórica o la del baterista que pone el Ayuntamiento a pie de muelle. ¿Por qué tiene que renunciar la ciudad a la oportunidad turística?

- También acusa a las administraciones de hacer dejación de su papel garantista.

- Esta cuestión está provocando auténticas paradojas en la misión de garantizar la preservación y recuperación del patrimonio histórico. La Administración deja caer una vivienda de interés patrimonial de un vecino, pero, por el contrario, financia la restauración de bienes muebles de la Iglesia, como cuadros, púlpitos, cuando el continente de los edificios BIC no está incluido en la protección. “Está bien restaurar el patrimonio que atesora la Iglesia, pero, caramba, también el de los propietarios de edificios dignos de ser restaurados y rehabilitados.