Última batalla en la misteriosa villa Winter de Cofete
Contar la historia de la Casa Winter de Cofete, en la Dehesa de Jandía (municipio de Pájara), y de su fundador es como hacer un jeroglífico. Está envuelta en mil leyendas de reuniones de nazis, submarinos, militares, espías, operaciones de cirugía, pilotos o presos.
En la actualidad reside Pedro Fumero y su tío Agustín, una familia que lleva ligada a la villa más de 70 años. Primero trabajó en ella su abuelo Rafael Matos, luego sus tíos Pepe, Agustín y Rosa Matos Viera, y ahora Pedro y su tío Agustín. Ellos libran la última batalla en la casa y se enfrentan a una orden de desahucio por parte de los actuales propietarios, el grupo Lopesan, tras permanecer abandonada 20 años. Fumero explica que están a la espera de la orden judicial de desalojo.
En la mansión siempre han existido elementos curiosos como signos de metralla o balas en la fachada exterior, una vieja vagoneta Krupp, emisoras, probetas y restos de torpedos. El escritor Alberto Vázquez Figueroa dijo: “A nadie se le ocurre hacer un caserón como aquel en un lugar tan perdido. Si ahora para llegar te juegas la vida, en los años 40 debía ser mucho más peligroso. Algo muy importante tenían que esconder para construir ese monstruo en un sitio absolutamente inaccesible”. Cuando en el año 1999 Figueroa publicó la novela ‘Fuerteventura’, un relato sobre el espionaje alemán con submarinos nazis que recalaban en la Casa Winter de Cofete, todo parecía ficción, pero en la actualidad Pedro Fumero investiga para resolver el misterio y la función de esta misteriosa construcción.
Fumero recuerda que Gustavo Winter -que falleció en 1971 en Las Palmas, en cuyo cementerio fue inhumado- aparece en la lista negra elaborada por la Inteligencia Británica en 1945: “Es el número 11 de las 104 personas que vivían en España al amparo del Generalísimo Francisco Franco a quienes les daba protección y seguridad”. “He abierto puertas clausuradas, he visto pasadizos subterráneos, encontré probetas y objetos de laboratorio, albergaba un sistema de comunicación y desde lo alto se ve claramente el aeródromo construido alrededor. Además, en la playa aparece sellada con cemento una tapa que oculta algo, pienso que igual llega a la casa y muchos vecinos aseguran que hubo explosiones durante su construcción”, detalla. Su deseo es que instituciones majoreras y propietarios reconozcan los derechos adquiridos por su familia, que ha cuidado y mantenido durante más de medio siglo la mansión. “Ahora nos quieren echar como agua sucia”, lamenta.
Además, considera que esta villa es histórica: “Es un patrimonio, se debe restaurar, recuperar su historia y convertirla en un museo o centro de interpretación de la zona”, manifiesta Fumero. Este vecino se siente indefenso debido a la falta de apoyo de las autoridades en su lucha contra los actuales propietarios, que han iniciado contra él un expediente de desahucio. “Parece que los Winter vendieron la finca a Lopesan sin informar a mi familia de nada, a pesar de que mis tíos se han dejado su vida cuidando esta propiedad, pero como eran discapacitados les arrebataron su ganado, sus derechos y no les quieren dar ni un duro. Durante años, los Winter pagaban 40.000 pesetas a mi tío Pepe, luego dejaron de pagar y les permitieron quedarse, pero ahora nadie nos apoya”, añade Fumero, que vino de Tenerife a cuidar a sus tíos enfermos y ha reformado la casa, enseña a los turistas el salón y habitaciones, donde expone cuadros y difunde la historia que ha recopilado. El sobrino asegura que ha recibido amenazas y le han quemado motores y cortado el agua para que se marche. “No sé quién quiere meterme miedo para que me vaya pero no lo conseguirán porque vine a defender lo que nos corresponde por ley”.
“Sólo pido justicia, dignidad, y que se investigue la historia real de la misteriosa casa. Está claro que a mucha gente no le interesa que se indague”, señala Pedro Fumero, que vive en la mansión
Esta familia, que según Lopesan son ocupas y viven en la ilegalidad, ha recibido una ola de solidaridad de familiares, amigos y muchos canarios interesados por su salud y su lucha. “Sólo pido justicia, dignidad, y que se investigue la historia real de la misteriosa casa. Está claro que a mucha gente no le interesa que se indague”. La familia Winter vendió la casa hacia 1997 a Lopesan, que aparentemente tiene el propósito de convertirla en un pequeño hotel, pese a hallarse enclavada en el corazón de un parque natural. Según Fumero, “se habla de que se construyeron túneles subterráneos y habitáculos oscuros a los que se accedería por pequeñas puertas ocultas en las paredes, donde se escondían aquellos militares que trataban de evitar así las cicatrices producidas por la luz tras someterse a operaciones de estética para no ser reconocidos tras la guerra; mazmorras donde alguna vez hubo grilletes y cadenas para diversas torturas, hornos crematorios, puertas tapiadas, numerosas habitaciones, una gran caja eléctrica, y diferentes elementos decorativos de gran valor con los que se pretendía apoyar la teoría de que la villa fue una residencia de oficiales alemanes”.
La Casa Winter fue diseñada por el ingeniero Gustav Winter, nacido en 1893 en la Selva Negra. En 1913 viaja a la Argentina y, a su vuelta en 1914, ya empezada la Primera Guerra Mundial, los ingleses abordan en el Canal de la Mancha el barco en que viajaba, lo detienen y lo recluyen en un barco-prisión anclado en Portsmouth; es la primera vez que los servicios secretos ingleses lo consideran sospechoso de espionaje. En febrero de 1915 se evade, alcanzando a nado el buque neerlandés Hollandia, y huye a España, donde residirá desde entonces. Trabaja en Vigo y Tarragona, completa sus estudios de ingeniería en Madrid en 1921 y pone en marcha varios proyectos de centrales termoeléctricas en Murcia, Tomelloso, Valencia, Zaragoza y la capital; luego se traslada a Las Palmas, donde entre 1924 y 1928 levanta la Compañía Insular Canaria Colonial de Electricidad y Riego y su central eléctrica Alfonso XIII.
El polifacético y un tanto misterioso ingeniero alemán hizo diversos viajes de estudios por Europa y visitó por primera vez Fuerteventura en los años 30. Según cuentan, estuvo a punto de comprar Lobos, pero finalmente se decidió por Jandía. La Dehesa de Jandía comprende 18.000 hectáreas de terreno que constituían la mayor propiedad rústica de Canarias en la época.
Palacete y camino de presos
Winter quiso adquirir la península, aunque al principio no pudo sino alquilársela en Burgos a sus propietarios, los herederos del marqués de Lanzarote y conde de Santa Coloma, en julio de 1937, por estar vigente un decreto de Gil-Robles que prohibía la venta de terrenos a extranjeros. En abril de 1941 la empresa Dehesa de Jandía SA compra la península y nombra administrador único al alemán.
Después del final de la guerra mundial, el matrimonio Winter-Althaus regresó a Fuerteventura (en 1947), cultivó en Casas de Jorós tomates y alfalfa que exportaba por el puerto de Gran Tarajal, en Tuineje, a unos cincuenta kilómetros al norte; y explotó el ganado caprino en el valle de Cofete con más de cincuenta medianeros, lo que le permitió comercializar queso y lana de gran calidad en el mercado central de Las Palmas, donde mantenía un puesto de venta con la marca comercial de la sociedad que administraba. A principios de los años 50, Winter llegó a ser propietario de una cabaña de siete mil cabezas, entre cabras y ovejas. Cuentan que en 1952 se elaboraban en Jandía 32.000 kilos de queso.
Pedro Fumero.
En el libro Orígenes de la propiedad en la península de Jandía, Juan Pedro Martín Luzardo explica que el alemán ejerció un dominio absoluto y explotador sobre los habitantes de la península, a través de un reglamento que les imponía un régimen casi feudal. La familia Winter asegura que la Villa fue construida en 1946, presenta dos plantas y una torre en la parte noreste y un balcón en el frente, y rechazan las historias que se cuentan de espionaje. Un palacete, casi un castillo en el más alejado confín de la Península, Cofete.
Así mismo, tendió la carretera que aún hoy lleva desde La Pared hasta Cofete y es conocida como camino de los presos, proyecto llevado a cabo gracias a la obligada colaboración de presos políticos que el régimen franquista recluía en el campo de concentración o Colonia de Vagos y Maleantes de Tefía. La familia Winter Althaus nunca llegó a residir en la villa, sino en una finca que dominaba desde las alturas la localidad de Morro Jable, conocido como el caserío del alemán. Un guardián, José Viera Torres, se comunicaba con el alemán por radio y con Gran Tarajal por teléfono.
‘Leyenda’ sobre submarinos
El hombre que paseaba con elegantes trajes blancos habilitó en los años 40 un aeródromo muy cerca de la Punta del Faro de Jandía, apisonando una pista de tierra de 800 metros de largo y 75 de ancho que iban a usar aviones militares españoles.
En la mansión han aparecido elementos curiosos como signos de metralla en la fachada exterior, puertas clausuradas, una vieja vagoneta Krupp, torpedos, emisoras y material químico y sanitario
Según se cuenta, el magnífico palacete que construyó en el insólito y aislado paraje de Cofete habría servido durante la segunda guerra mundial de lugar de descanso, refugio o avituallamiento para las tripulaciones de los submarinos alemanes. Y que los alemanes de Jandía suministraban víveres a los submarinos alemanes en aguas canarias era algo que circulaba entre los militares destinados en Fuerteventura en los años cuarenta. También se ha supuesto que desde la torre de Cofete podría haberse orientado a submarinos o aviones alemanes en un lugar tan próximo al Puerto de la Luz, y existe el testimonio, transmitido por el investigador Juan Pedro Martín Luzardo, de un expiloto británico de la RAF que aseguraba haber derribado sobre Cofete un avión alemán durante la segunda guerra mundial.
Todo ello podría ser coherente con el aislamiento del lugar, con la disponibilidad de un equipo médico y de enfermería entonces único en la isla, con la aparente protección del régimen franquista y con la frecuente presencia de militares españoles en la casa, donde pasarían fines de semana con el pretexto de cacerías. Se ha llegado incluso a conjeturar que la casa de Cofete habría sido concebida como el último refugio de Adolf Hitler y Eva Braun.
El portavoz de Podemos en el Cabildo ha solicitado la protección de un edificio con una importancia histórica incuestionable. Según Andrés Briansó, esta insólita edificación necesita de algún tipo de figura administrativa que asegure su protección ante posibles modificaciones y ante el propio deterioro del paso del tiempo. El primer paso sería su declaración como Bien de Interés Cultural.
Comentarios
1 Michael Dom, 08/01/2017 - 06:31
2 Maho Dom, 08/01/2017 - 10:33
3 Nemesio Bstista... Dom, 08/01/2017 - 14:45
4 Cepeya Dom, 08/01/2017 - 17:39
5 Andrea Dom, 08/01/2017 - 20:06
6 Manolo Cardona Lun, 09/01/2017 - 09:41
7 marcial arocha Lun, 09/01/2017 - 13:34
8 TITO martin MARTIN Mié, 15/02/2017 - 20:44
9 Juan Tejo Lun, 27/02/2017 - 17:17
10 Uno Lun, 10/04/2017 - 22:22