0 COMENTARIOS 17/08/2023 - 07:26

La doble vuelta electoral de mayo y julio nos deja un resultado algo distinto al previsto solo unos meses antes. En algunos aspectos, radicalmente distinto. En el arranque de la campaña electoral para las autonómicas y locales se podía pensar en Fernando Clavijo como presidente de Canarias en la undécima legislatura, pero el suyo no era ni mucho menos el nombre más pronunciado entre bastidores, habida cuenta del peso adquirido por Ángel Víctor Torres a lo largo de su mandato y el criterio expuesto por la mayoría de las encuestas. Mucho más oscuro se veía, extendiendo el foco al ámbito estatal, el porvenir de Pedro Sánchez ante unos comicios generales convertidos por la oposición (y, en parte, por él mismo) en un plebiscito sobre su figura. Lo cierto es que alcanzamos el periodo vacacional con Clavijo iniciando su segunda legislatura presidencial y con Sánchez lanzado a una nueva aventura en forma de investidura ajustadísima, pero viable, algo que no puede decir su antagonista, Alberto Núñez Feijóo. ¿Y qué ha ocurrido? Pues ha sido el triunfo de los políticos correosos.

Hay que tenerle un respeto al manual de resistencia. La política es un duro deporte de contacto en el que a veces simplemente gana el que se mantiene en pie. Eso Sánchez lo tenía más que demostrado con su milagroso retorno al liderazgo de su partido desde las catacumbas del PSOE, su sorprendente acceso a La Moncloa vía moción de censura y la posterior investidura en la primera fórmula de Gobierno compartido de la nueva etapa democrática española. Verle resistir el acoso coordinado de la derecha española es, en este sentido, una sorpresa muy relativa, porque las elecciones muy polarizadas encierran siempre un arma de doble filo: cuando alguien es señalado como poco menos que el mal absoluto termina por encontrar algunas nuevas adhesiones y desde luego recupera las antiguas. Sánchez, auxiliado por un resucitado ilustre como José Luis Rodríguez Zapatero (hay muchas similitudes entre ambos, pero el actual presidente del Gobierno en funciones es mucho más duro), encontró su voz en una última y vertiginosa semana de campaña, y no es aventurado afirmar que si hubiera firmado una buena actuación en el cara a cara frente a Feijóo habría ganado las elecciones con cierta holgura. Como resultado, Lanzarote acogió el descanso vacacional de un líder presto para medirse a una nueva batalla, la de una investidura sobre el doble alambre separatista, pero henchido por la confianza que confiere una sensación muy grata: la de ser un tipo difícil de matar.

Hay algunas similitudes, bastante evidentes, entre Pedro Sánchez y Fernando Clavijo, si bien probablemente ninguno de ambos quedaría satisfecho con la comparación. No es casualidad que ambos hayan tenido en el deporte ya no solo una escuela de vida, sino también una inspiración. El resto ya lo ha puesto cada cual de su cosecha. Sánchez, criado en la cultura de equipo propia del baloncesto, se ha curtido como un individualista irredento para completar su perfil de resistente. Clavijo ha recorrido la senda opuesta para, a partir de su formación como karateca (ya saben, disciplina personal, estudio del adversario, nervios templados), desarrollar un proyecto colectivo capaz de desafiar los pronósticos de ruptura y hundimiento. Hay que decir que Coalición Canaria ha regresado al poder en las Islas porque ha sido capaz de mantenerse firme durante cuatro años de oposición autonómica y, en buena medida, también insular y municipal. Sabedor de que cuatro años más serían probablemente una travesía demasiado larga, Clavijo optó por jugarse el todo por el todo en una campaña dura, sin concesiones, y la jugada le ha salido muy bien.

Hasta que no te cesan no puedes decir que te has hecho adulto en el oficio

El principal acierto de los nacionalistas en la campaña autonómica fue identificar con tino el territorio en juego y sus implicaciones en el cómputo global de las elecciones. Ahí precisamente erró Ángel Víctor Torres, porque su potente reputación como líder autonómico, acreditada por un óptimo resultado en la lista regional, pinchó a la hora de medirse con las emboscadas de las circunscripciones insulares, el escenario en el que se volcó el desgaste de la marca socialista, caso de Fuerteventura, Lanzarote, Tenerife y, en particular, La Palma. Por el contrario, Fernando Clavijo diseñó un mensaje autonómico que no era más que una obertura para el lucimiento de los solistas, que estaban en cada isla con mensajes muy específicos y aptos para brillar en el mercado electoral por antonomasia en la política canaria, la isla. Y fue el éxito de esta estrategia el que hizo viables unos resultados globales para CC prácticamente idénticos a los de hace cuatro años, compatibles además con un moderado crecimiento del PP. La división en la izquierda, con Alberto Rodríguez sacrificando las opciones de Noemí Santana, hizo el resto del trabajo.

Moraleja: no pierdan nunca de vista a los líderes políticos correosos. Y sobre todo no les pierdan el respeto ni los consideren juguetes rotos ni cartuchos quemados. Porque su capacidad de resistencia es el arma que utilizarán primero para sobrevivir y más tarde para volver. Ahora son otros los que tienen que demostrar de qué pasta están hechos, porque en la política vale otro silogismo del deporte aplicado en este caso a los entrenadores: hasta que no te cesan no puedes decir que te has hecho adulto en el oficio. Va un pronóstico para los próximos cuatro años: Ángel Víctor Torres es también un resistente.

 

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