2 COMENTARIOS 30/09/2024 - 07:52

No hay nada que indique que esté más cerca ahora que antes el derribo de algún hotel por una infracción urbanística grave. Lo podría parecer, tanto en Lanzarote como en Fuerteventura, por la trayectoria y las últimas noticias sobre el Oliva Beach en Corralejo y el Papagayo Arena, en Playa Blanca. Por no hablar del Son Bou. Hace ocho años, el Ayuntamiento de Yaiza decía que estudiaba “cómo sacar a concurso la demolición y la forma de obtener los fondos para el derribo a costa de la propiedad”.

Podría parecerlo, por tanto, pero es un espejismo. En este país no se derriba nada, y menos un hotel. A lo mejor una vivienda en suelo rústico sí, como pasó en La Geria o con las condenas en Cofete. Incluso la señora Josefa llegó a entrar en la cárcel por negarse derribar la ampliación de su casa en Betancuria.

Pasan los años y, como no se tiran, la gente se envalentona, y dice cosas como esta: que la persecución contra el hotel Papagayo Arena roza el ilícito penal. Hay que tener poca vergüenza para decir algo así desde la propiedad de un hotel cuya licencia no roza el ilícito penal, sino que le da de lleno. La licencia fue el fruto de un soborno (es un hecho probado) y se construyó uniendo dos parcelas con una vía verde en medio cuya licencia de agrupación también está anulada. No son víctimas, son responsables de sus propios actos. Como es responsable la cadena RIU de que le anulen la concesión por sobrepasarse en la edificabilidad que tenía permitida.

El truco está en tener un negocio abierto. Ahí ya el interés general, el particular, el medio ambiente o lo que sea, empieza a tener menos relevancia. La Justicia, si se trata de urbanismo, no ahorra en literatura, pero nunca resuelve nada. Hace casi veinte años, en unas jornadas sobre legalidad urbanística, una jueza de Cantabria decía que era una jueza de mentira porque no lograba ejecutar las sentencias que firmaba. En privado, un expresidente de sala del TSJC reconocía que cómo iban a derribar un hotel si estaba abierto al público. “Pues cerrándolo primero”, fue la respuesta. Pero lo llevamos claro si el Cabildo de Lanzarote dice que está obligado a conceder la autorización turística.

Comentarios

Qué razón tiene lo expuesto en éste texto. Y tienen la jeta de decir que la justicia es igual para todos
Lo que tenemos aquí es otro capítulo más en la larga novela de la España de pandereta.Un país donde las leyes, por supuesto, existen... pero solo para los pringados, para la gente corriente, esos que se ven obligados a derribar una casita en medio del campo, mientras que los hoteles ilegales siguen abiertos, cobrando por noches de lujo en terrenos que deberían estar protegidos. Porque, claro, no se trata de cerrar un hotel. No. Eso sería incomodar a los que pagan las campañas electorales, a los que invitan a cenas caras y a los que dan empleo (empleo esclavo, claro, a cuatro duros la hora) en esas bonitas cadenas hoteleras. Al final, todo queda en palabras, en promesas, en ese buen rollito institucional que todo lo disfraza y todo lo aplaza, pero la realidad sigue ahí, indomable: los que mandan nunca pierden. Y los demás, bueno, a agachar la cabeza y callarse. Es lo que hay.

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