CLAVES
Por Manuel Riveiro
‘El Marqués’ ahora también predica su evangelio de víctima de alambicadas conspiraciones en las redes sociales.
Los próximos tres meses van a ser de auténtico empacho político. Si aquí el sufragio fuese obligatorio, como sucede en Grecia, Tailandia o Uruguay, un ciudadano diligente tendría que introducir siete papeletas en siete urnas distintas en las dos citas fijadas: el 28 de abril (Congreso y Senado) y el 26 de mayo (ayuntamientos, Cabildo, lista insular al Parlamento autonómico, lista regional a la misma Cámara y Parlamento europeo). Y antes, se supone, reflexionar sobre balances de gestión, proyectos de última hora, promesas electorales, filias, fobias y demás criterios particulares que cada uno tenga.
Por ahora, lo que no se puede decir es que el panorama político de Fuerteventura no está animado, o “revuelto”, como cada quien prefiera calificarlo. Para las elecciones generales no vuelan tantos cuchillos en la confección de las candidaturas porque solo hay dos sillones por los que pelear: el del Senado y, con suerte, el del Congreso, que depende del humor de los dirigentes de los partidos mayoritarios para hacer hueco a la representación majorera en un puesto relevante en la plancha provincial.
En las últimas elecciones a la Cámara Alta, las de 2016, arrasó el PP con casi 10.800 votos, 3.000 más que el PSOE, y Claudio Gutiérrez y Esther Hernández pudieron repartirse el escaño -con mejor hoja de servicios la segunda que el primero- pero también eran otros tiempos. Y en la Cámara Baja fue Celia Alberto la que terminó haciéndose hueco en una legislatura en la que su partido pasó de la euforia a la depresión.
Hoy la derecha política se ha fragmentado en tres marcas. Una de ellas, Vox, amenaza con suponer para el PP -también en la Isla- lo que representó Podemos hace cuatro años para el PSOE: una enorme vía de agua en su línea de flotación.
‘El Marqués’ ahora también predica su evangelio de víctima de alambicadas conspiraciones en las redes sociales
A ello hay que añadir la pretendida resurrección política de Domingo González Arroyo. El Marqués, a sus casi 79 castañas, ha desarrollado un instinto digno de estudio para adaptarse a los tiempos: además de endurecer su piel, no solo la del rostro, para que le reboten las críticas (sean de un rival o de un fiscal que le siente en el banquillo), ahora también predica su evangelio de víctima de alambicadas conspiraciones en las redes sociales. Dice el hombre que quiere ser candidato al Senado (otro que le resta al PP) y también al Cabildo.
El otro fenómeno paranormal es el de Podemos y la izquierda alternativa, donde priman los bandos sobre el partido. De tal manera que se puede ver cómo la secretaria general en Canarias, Noemí Santana, ha venido a la Isla para reunirse con todos menos con el grupo que ganó las primarias. Con la marca en sus momentos más bajos, los 7.400 votos de las generales de 2016 se antojan bastante lejanos...
También resulta extraña la parsimonia con la que Asamblea Majorera se toma la cita del 28-A. Acostumbrada a ser la fuerza mayoritaria en la Isla, en las generales da la impresión de que ni está ni se la espera. De momento también guardan silencio en el PSOE, que en las últimas citas ha acudido con candidatos de segunda fila, aunque hace tiempo que no lo ha tenido tan a huevo.
[La foto es de Carlos Saá]
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