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La ganga, el pájaro que ha dejado de ser un chollo en Canarias

Una tercera parte de todas las que crían en España se refugia en Fuerteventura, pero cada vez hay menos ejemplares

César-Javier Palacios 0 COMENTARIOS 17/11/2025 - 07:05

Muy pocos en Canarias, en España en general, conocen la relación que existe entre la palabra “ganga” como sinónimo de chollo (algo valioso a bajo precio) y un pájaro que, de toda Canarias, solo existe en Fuerteventura, la Pterocles orientalis, conocido popularmente como ganga ortega. Hace siglos, su carne dura y escasa, aunque nutritiva, hacía que su precio fuera más bajo en los mercados locales que la del pollo o la paloma, de modo que el lenguaje acabó convirtiendo aquel significado literal en una metáfora económica.

Pero hoy el sentido se ha invertido por completo. La ganga, ese pájaro esquivo tan típico de los desiertos y llanuras majoreras, ha dejado de ser una bicoca para convertirse en una joya amenazada del patrimonio natural de Canarias. Una tercera parte de todas las que crían en España se refugian en Fuerteventura, pero en los últimos años, la sequía extrema, la destrucción de sus lugares de cría y la pérdida de tranquilidad, unido al impacto de los tendidos eléctricos, el abandono de la agricultura de secano, la falta de bebederos, las molestias del turismo y el exceso de gatos asilvestrados explican el desplome de esta valiosa población insular. Cada vez hay menos.

Hace siglos

En las Islas se la conoce sencillamente como ganga, sin apellido. Es una especie de tamaño similar a una perdiz, de plumaje terroso que la camufla perfectamente con el entorno, y que pasa desapercibida para quien no sepa buscarla. De las dos especies de gangas presentes en España -la ganga ibérica (Pterocles alchata) y la ganga ortega (Pterocles orientalis)- solo esta última cría en Canarias. Ambas comparten su origen africano y sus hábitos esteparios, pero la ortega tiene una particularidad sonora. Su reclamo, que siempre emite en vuelo, no es un gangueo como el de su pariente peninsular, sino una especie de arrullo más parecido a unas gárgaras y que muchos campesinos antiguos identificaban como una “churra” o “chorla”. Un sonido que cada vez es más difícil de escuchar sobrevolando los cielos majoreros.

Las estimaciones más recientes calculan que existen unas 2.200 en Fuerteventura

Los cronistas canarios ya mencionaban a la ganga entre las aves más comunes de Fuerteventura. Dámaso de Quesada y Chaves, en su Canaria Illustrada (hacia 1770), anotaba que en las islas se cazaban “avutardas, gangas, faisanes y otras aves que se pasan de África”. Eran consideradas piezas comestibles, aunque de escaso valor. El 15 de octubre de 1775, el Cabildo de Fuerteventura fijó los precios de venta: una gallina costaba tres reales de vellón, un par de palomas seis cuartos y un par de gangas, ocho cuartos. La diferencia ilustra su modesto prestigio gastronómico.

Viera y Clavijo la describió un siglo después, en su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias (1866), como “ave del género de las gallinuelas y del tamaño de una perdiz que críase en la isla de Fuerteventura”. El barón Karl von Fritsch, durante su visita a la isla en 1863, retrató con precisión los paisajes que todavía hoy son su refugio. En los alrededores de Antigua, observó “la parte más animada y viva de la Isla”, con rebaños de camello donde el vuelo de aves que rara vez se veían en otras islas, como la ganga ortega o el corredor sahariano (Cursorius cursor) reforzaban un ambiente desértico que al viajero alemán le trasladó mentalmente al cercano Sáhara.

Los testimonios orales también son abundantes. El filólogo Manuel Alvar, en su Atlas lingüístico y etnográfico de las Islas Canarias, recogió cómo en Morro Jable los vecinos “me dijeron que es como la paloma y buena de comer”. Y el majorero Andrés Rodríguez Berriel recordaba las cacerías de su juventud: “Íbamos al mar del norte, donde cazábamos gangas que venían a los barrancos en busca de agua”.

El último refugio

Hoy, ese paisaje casi sahariano que tanto impresionó a Von Fritsch sigue siendo el último refugio importante de la ganga ortega en el Archipiélago y ahora en toda España. Las estimaciones más recientes, elaboradas por el Ministerio para la Transición Ecológica y SEO/BirdLife, calculan que en 2019 existían unas 7.000 gangas ortegas en todo el Estado, de las cuales alrededor de 2.200, una tercera parte, correspondían a Fuerteventura. En 2005 se contaban 10.500, lo que implica un descenso de casi un tercio en quince años. En la Península, la caída ha sido incluso más pronunciada, del 43 por ciento.

En el caso canario, las fluctuaciones han sido notables según los distintos censos: 2.250 aves en 2005, 2.906 en 2005-2006, 1.505 en 2012 y 2.205 en 2019. Las diferencias responden tanto al uso de diferentes metodologías de muestreo como a la variabilidad climática. En los años lluviosos, la ganga dispone de más alimento y puede criar con éxito, mientras que en los secos su población se desploma.

Pese a ello, los científicos coinciden en que Fuerteventura alberga la población más densa de toda España, con una media de 1,95 aves por kilómetro cuadrado. La Isla concentra el 32 por ciento de todos los efectivos nacionales. Su área de distribución se mantiene relativamente estable, aunque limitada a esta isla, pues no cría en ninguna otra del Archipiélago.

O quizá deberíamos decir que no criaba. Porque en Lanzarote, donde la falta de bebederos accesibles y despejados cerca de las zonas de cría (no existen ríos ni nacientes naturales) es un condicionante clave para una especie que necesita beber todos los días, en los últimos años se han registrado avistamientos frecuentes y hasta observaciones de juveniles, lo que sugiere la posibilidad de una colonización puntual. El cambio climático, la sequía prolongada y el desplazamiento de algunas parejas desde Fuerteventura podrían estar detrás de estos movimientos tan atípicos, pero al mismo tiempo tan esperanzadores.

Agua de sus padres

La ganga ortega está perfectamente adaptada a los ambientes áridos. Más fácil de escuchar que de ver, su plumaje, en tonos ocres, grises y cremosos, con la inconfundible barriga negra y collar en el pecho, lo camufla entre los llanos pedregosos hasta el punto de hacerla invisible a nuestros ojos. Solo cuando sale volando mientras emite su inconfundible reclamo la descubrimos hermosa, pues es un ave de figura potente, compacta, recia pero al mismo tiempo muy aerodinámica. Es capaz de recorrer largas distancias de hasta 50 kilómetros diarios, con una velocidad de vuelo de unos 60 a 65 kilómetros por hora, en busca de agua y alimento. Estos desplazamientos son especialmente habituales en las primeras horas de la mañana y al atardecer, ya que el consumo de agua es vital para estas aves granívoras. Sus patas, cortas y fuertes, le permiten caminar por terrenos duros donde son capaces de encontrar entre las piedras las pequeñas semillas de las que se alimentan.

Su comportamiento también está lleno de curiosidades. Los machos, por ejemplo, transportan agua para sus pollos empapando las plumas del vientre en los charcos, un recurso vital en un entorno tan seco. Al llegar al bebedero, el ave se posa en el agua y mueve sus plumas ventrales de forma que éstas absorben y retienen el líquido gracias a una estructura especial con barbas y bárbulas modificadas que favorecen la capilaridad. Este mecanismo permite transportar agua en vuelo sin perder demasiada cantidad por el camino. Al regresar al nido, los pollos acuden rápidamente a las plumas empapadas del padre y extraen el agua pasando su pico entre las plumas mojadas, absorbiendo así el líquido necesario para soportar las altas temperaturas y la sequedad del hábitat. Es como si mamaran, pero en lugar de leche, chupan agua.

Esta adaptación, sin embargo, la hace especialmente vulnerable a los cambios que transforman su delicado equilibrio ecológico. Las gangas necesitan grandes extensiones abiertas con vegetación baja, sin demasiadas perturbaciones humanas, algo que escasea cada vez más en los campos majoreros. En los últimos años, es cada vez mayor el número de turistas que se sale de los caminos y pasea despistado por los llanos, ajenos a las molestias que provocan a la delicada fauna autóctona. Por no hablar de la moda de soltar los perros por los tableros para que los animales hagan ejercicio, incluyendo la persecución a estas y otras aves amenazadas.

La pérdida del pastoreo tradicional, el abandono de los cultivos de secano y la expansión de infraestructuras turísticas y energéticas han fragmentado aún más su ya de por sí reducido hábitat. Las pistas y carreteras, junto con la presencia de gatos asilvestrados, aumentan la presión sobre las zonas de cría. Las motos y vehículos todoterreno que recorren los llanos durante todo el año suponen una amenaza directa para los invisibles nidos en el suelo de esta y otras aves hijas del desierto como las hubaras, los alcaravanes o los corredores saharianos.

Ejemplares en vuelo.

Una joya

El biólogo Eduardo de Juana, uno de los mayores expertos en aves esteparias de España, resume la situación de esta especie con una frase contundente: “¡Qué pocas van quedando!”. En los censos más recientes, apenas se han localizado algunas centenas de parejas reproductoras. El éxito de cría es bajo, las polladas son reducidas y la supervivencia juvenil muy limitada. A ello se suma un problema recurrente: la escasez de puntos de agua. En Fuerteventura, los pocos barrancos con humedad permanente son vitales para su reproducción, pero cada vez quedan menos y sus aguas son cada día más saladas o están directamente contaminadas por vertidos urbanos.

Paradójicamente, la presencia de nuevas fuentes artificiales, como charcas en jardines, estanques de riego o campos de golf, podrían estar facilitando el regreso de pequeños grupos a la isla conejera. Las primeras observaciones de juveniles en 2017 alimentan la esperanza de una recolonización incipiente, aunque aún sin confirmar de manera estable.

El declive de la ganga simboliza los retos de la conservación de la fauna esteparia

La ganga ortega está catalogada en el Libro Rojo de las aves de España (2021) en la categoría de en peligro a nivel nacional, y vulnerable en el Catálogo Canario de Especies Protegidas. Está amparada por la Directiva Aves de la Unión Europea, el Convenio de Berna y la legislación española, que prohíben su caza y exigen la protección de sus hábitats. Sin embargo, los especialistas coinciden en que las medidas adoptadas hasta ahora son insuficientes. Por ejemplo, las campañas de plantación de cereal en las gavias que todos los años desarrolla el Cabildo de Fuerteventura pueden ayudar a mejorar su alimentación, pero no se sabe a ciencia cierta. A pesar de llevar décadas realizando estas labores agrícolas, no existen estudios científicos que demuestren la idoneidad y éxito de lo plantado.

Como critican algunos especialistas, el Cabildo destina cada año alrededor de 6,5 toneladas de cereal, principalmente trigo, para ayudar a las especies cinegéticas y aves esteparias de la Isla, pero carece de datos que confirmen qué porcentaje de ese cereal de verdad germina, cuánto es aprovechado por la fauna local, y en qué manera mejora su supervivencia.

Igualmente aconsejan que se hagan pruebas con otros tipos de cereales e incluso leguminosas como lentejas o arvejas, de mayor potencial nutritivo. Pero la falta de recursos, la fragmentación administrativa y el auge del turismo dificultan cualquier avance sostenido. Las áreas protegidas, aunque amplias, no garantizan por sí solas la tranquilidad necesaria para que las gangas críen con éxito.

El declive de la ganga ortega simboliza los retos de la conservación de la fauna esteparia en Canarias. Se trata de un tipo de ecosistema injustamente poco valorado por el gran público, que no cuenta con la espectacularidad de los bosques de laurisilva ni con el magnetismo turístico de las playas. Sin embargo, los llanos majoreros y lanzaroteños albergan una biodiversidad singular, con especies únicas adaptadas a condiciones extremas que es necesario conservar, pues son su más preciado “paisaje con alas”; un paisaje cultural y ecológico que forma parte de la identidad canaria.

En una tierra donde el término “ganga” se convirtió en sinónimo de chollo, la verdadera ganga es garantizar el futuro de esta maravilla alada.

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