El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de 10 años de prisión para Alfonso P.A. por un delito de homicidio, cometido en Puerto del Rosario el 11 de mayo de 2018. Alfonso acabó con la vida de su sobrino tras una reyerta y después de "una noche de juerga", en su domicilio de la calle Don Quijote de la capital majorera.

El Supremo rechaza la alegación de la defensa del homicida de que acuchilló a su sobrino dos veces, con heridas que causaron su muerte, fruto de la "legítima defensa" o de un "miedo insuperable".

La sentencia del Tribunal Supremo zanja el procedimiento penal contra Alfonso, quien, "tras cobrar la prestación de desempleo" y en compañía de su sobrino, destinó el dinero a comprar drogas. En la madrugada de aquel 11 de mayo, entre las cinco y las ocho de la mañana, se dirigieron a la casa que vivían con una hermana del condenado y también tía de la víctima.

Los hechos probados que han sido ratificados por el Supremo indican que, hacia el mediodía, se inició una discusión entre el tío y el sobrino "a cuenta de 50 euros". La discusión se fue "elevando de tono" hasta que ambos llegaron a "empujarse y propinarse golpes con la mano abierta".

"En un momento dado", el sobrino "cogió un cuchillo de 20,5 centímetros de hoja que había en la cocina y le asestó una puñalada en el estómago" a Alfonso, pero solo le ocasionó "un leve hematoma y un leve hemoperitoneo".

El cuchillo cayó al suelo y lo cogió el condenado, que "con la intención" de acabar con la vida de su sobrino, según la sentencia ratificada por el Supremo, se lo clavó al joven, primero "en la zona del abdomen" y, con posterioridad, en la cara, lo que le seccionó la parótida y le afectó a la yugular interna, a la carótida y le fracturó la mandíbula. Todo ello "causó un shock hemorrágico que le causó la muerte".

Por el contrario, incide el Supremo, ya el jurado entendió que no se había demostrado que el condenado "sufriese una situación de temor a perder su vida que afectase a su capacidad de decisión en alguna medida", ni que las dos puñaladas que le asestó a su sobrino fueran "con la única finalidad de defenderse".

El Tribunal Supremo recuerda la declaración de los forenses de Fuerteventura, que concluyeron que "no hubo forcejeo" y que "la segunda puñalada, la recibida en la cara, es de ataque y no de defensa".

"En el suelo, mal herido"

En su sentencia, el Supremo también rechaza la alegación de la defensa de que el homicidio debiera ser calificado como "involuntario", así como que el acusado se encontraba bajo los efectos del alcohol y las drogas. "Se trata de cuestiones que no fueron objeto del recurso de apelación y sobre las que la sentencia que ahora se recurre no ha podido pronunciarse", destaca el tribunal.

El Supremo incide en que la segunda puñalada de Alfonso a su sobrino se produjo "cuando ya no existía amenaza" contra su vida o su integridad física, pues la víctima "se encontraba en el suelo, mal herido y despojado del cuchillo".

Esta segunda puñalada "fue perpetrada" por el condenado "prorrogando indebidamente la agresión, con una fuerza descomunal que le llevó incluso a romper el hueso de la mandíbula, siendo una acción de ataque y no defensiva según los forenses".

Acostumbrado a la violencia

El Supremo también rechaza la alegación del supuesto "miedo insuperable" del condenado cuando apuñaló a su sobrino, ya que no declaró "en ningún momento tener miedo por su integridad" ni haber sentido "pánico".

"Más bien estamos ante una persona, según se desprende de su historial policial, recogido en la sentencia apelada, acostumbrada a los enfrentamientos violentos y que cuando éste finalmente acaba, no puede sino sentir alivio", resalta el tribunal.