MIGRACIONES

“Me siento peor que si fuera un animal”

Alí lleva desde el 30 de marzo aislado en la Nave del Queso, un recinto que suma denuncias por parte del Defensor del Pueblo y Amnistía Internacional ante la falta de higiene y el hacinamiento

Eloy Vera 5 COMENTARIOS 11/05/2021 - 07:04

Alí (nombre ficticio) se pasa todo el día tumbado en la cama. Cuando no está acostado, está sentado mirando su móvil. Así lleva seis semanas y no sabe cuánto más tendrá que estar en la Nave del Queso. Tampoco cuánto más resistirá su cabeza. Suma, al menos, tres cuarentenas y varias PCR sin haber tenido jamás la COVID-19. También arrastra situaciones límite dentro del recinto: hacinamiento, peleas, un olor nauseabundo que penetra por la nariz y muchas horas de desesperación. “Si se sigue dejando a la gente aquí, alguno terminará suicidándose”, asegura por teléfono.

Los teléfonos de muchos de los voluntarios y de miembros de organizaciones vinculadas a la defensa de los inmigrantes y los de algunos periodistas no han parado este mes de recibir peticiones de auxilio: “Haz algo para sacarme de aquí”, piden desesperados sin encontrar respuesta.

Los mensajes vienen del interior de las dependencias, un recinto propiedad del Cabildo de Fuerteventura destinado a la cuarentena para aquellas personas que llegan a la Isla en patera. Cuando la prensa se acerca a tomar imágenes de la nave, se oye en francés, inglés o portugués el mismo clamor: “Ayuda, sáquennos de aquí”, desde los barrotes de la puerta o las rejas de las ventanas. Muchos ya han aprendido a decir “ayuda” en español, pero parece que nadie los oye o los quiere oír.

Uno de los mensajes es el de Alí. Llega por WhatsApp. Luego se convierte en llamada. En la conversación, cuenta que lleva en la nave, un centro de gestión compartida entre el Ministerio de Migraciones y la Consejería regional de Sanidad, desde el pasado 30 de marzo. Ese día se notificó un positivo entre las más de 400 personas alojadas en el campamento que el Ministerio de Migraciones habilitó en las inmediaciones del antiguo cuartel de El Matorral. En los siguientes días, el número de positivos ascendió a, al menos, 19. La decisión de las administraciones fue alojar a los contagiados y a sus contactos estrechos en la nave, a cargo de Misión Cristiana Moderna.

Alí no recuerda si fueron dos, tres o cuatro años el tiempo que tardó en cruzar las fronteras terrestres que separan su país, Costa de Marfil, de Marruecos. Allí le esperaba una lancha neumática que, si conseguía llegar a tierra, le abriría las puertas de Europa. En Costa de Marfil, el joven se ganaba la vida en la construcción, pero llegó el día en el que se quedó sin empleo. No le quedó más remedio, entonces, que iniciar el camino hacia el primer punto que le acercara a Europa.

Después de años soñando con el día en el que podría coger la patera, llegó la fecha. Setenta personas, entre ellas varias mujeres y niños, se subieron en la embarcación. Los pasajeros eran todos subsaharianos de Senegal, Guinea Conakry, Mali, Gambia, Guinea Bissau y Costa de Marfil.

Muchos han aprendido a decir “ayuda” en español, pero nadie los oye

El 3 de enero de este año, un avión de Salvamento Marítimo, el Sasemar 101, que estaba rastreando el mar al sur de Fuerteventura, recibió el aviso de la posible presencia de una patera en la zona. Poco después, los propios tripulantes de la neumática lograron contactar por teléfono con el 112 y avisar de que se habían quedado a la deriva. A bordo venía Alí. La Salvamar Mizar los acercó al puerto de Gran Tarajal. Alí logró pisar tierra firme. De ahí, a la nave del muelle de Puerto del Rosario para su filiación y cribado para descartar una posible infección en COVID y, más tarde, a la Nave del Queso.

Tras terminar la cuarentena, fueron realojados en un hotel de Corralejo hasta que el campamento de El Matorral, gestionado por Cruz Roja, entró en funcionamiento. El centro abrió sus puertas el pasado 19 de febrero. Días después, se supo por los propios inmigrantes que la comida era escasa y que de noche el frío en las carpas se hacía insoportable. La falta de mantas tampoco ayudaba a calmar la situación.

Literas y mosquitos

Alí no se imaginaba que el campamento terminaría siendo casi un hotel para lo que el futuro le tenía preparado en Europa. Desde el interior de la Nave del Queso, los inmigrantes han enviado fotografías y videos en los que se ven literas apiladas. Al lado de las camas, están ubicados los baños químicos de donde salen restos de agua y orina que se extienden con rapidez por el suelo del recinto. “Huele muy mal, todo apesta. Hay mosquitos. Tenemos que comer en la cama con el baño al lado”, describe Alí. Y añade: “Hay gente que se va a poner enferma y morir si sigue aquí”.

Los inmigrantes también se quejan de la escasa comida. Parece que, en los últimos tiempos, han logrado que aumente la cantidad, pero sigue siendo poca. Están en ayuno por el Ramadán y solo realizan una comida al día. La cantidad ingerida no consigue tranquilizar sus estómagos.

“Si la gente sigue aquí, alguno terminará suicidándose”, dice el marfileño

Alí desconoce el motivo por el que nadie le explica cuánto tiempo más tiene que estar dentro de la nave. “Me siento atado, atrapado, peor que si fuera un animal”, lamenta el marfileño. Sanidad le ha realizado tres PCR y siempre ha dado negativo en COVID-19. Sin embargo, lo siguen considerando un contacto estrecho.

La situación de hacinamiento hace que los inmigrantes se mezclen unos con otros. Saltan nuevos positivos y, de nuevo, vuelta a empezar la cuarentena para los contactos del nuevo contagiado.

El 5 de junio de 2020 se notificó el primer positivo en COVID-19 entre los miembros de una de las pateras que llegó a principios de ese mes a la Isla. El número de contagios entre inmigrantes fue en aumento. Después, se supo de un foco activo en una conservera de pescado, en El Aaiún, en El Sahara, de donde parten la mayoría de las pateras que llegan a la Isla.

Infrahumano

El aumento de contagios obligó a las administraciones a habilitar un recurso para pasar la cuarentena. El Cabildo cedió la nave, ubicada en Risco Prieto. En un principio, el recinto llegó a ser calificado de modélico. Un informe del Defensor del Pueblo, entregado en marzo de este año en el Congreso tras la visita de los inspectores en noviembre a Canarias, destacaba “el buen estado de las instalaciones y su adecuación para el fin previsto”, así como la “coordinación” existente con el Servicio Canario de Salud para el seguimiento del protocolo sanitario.

La suerte estaba del lado de las administraciones. Las pateras habían ido llegando a cuentagotas a Fuerteventura durante todo 2020 y los primeros meses de 2021. El ritmo de llegadas había ido permitiendo vaciar la nave de la cuarentena antes de que llegaran los siguientes huéspedes.

Sin embargo, la suerte se torció en plena Semana Santa. La notificación de un contagio el 30 de marzo en el centro de El Matorral obligó a evacuar a decenas de inmigrantes, entre positivos y contactos estrechos, a las dependencias. Alí fue uno de ellos. La situación se fue agravando con rapidez. Los contagios entre inmigrantes seguían, a lo que se sumaba la llegada de varias pateras a la vez. En abril, ocho embarcaciones con 348 personas a bordo arribaron en la Isla, una de las cifras más altas desde que se reabrió la ruta canaria a finales de 2019 con parada en Fuerteventura.

“Huele mal, todo apesta”, cuenta Alí por teléfono desde la Nave del Queso

El hacinamiento no tardó en aparecer en la Nave del Queso. A mediados de abril, una delegación de Amnistía Internacional visitó Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura para entrevistar a inmigrantes y solicitantes de asilo, autoridades, fiscalías territoriales, colegios de abogados y otras organizaciones para recabar información para un informe que está preparando sobre la situación migratoria en el archipiélago.

La investigadora de Amnistía Internacional Virginia Álvarez aseguró, tras la visita a Canarias, que “ha sido especialmente alarmante observar las condiciones en las que se encuentra el lugar donde tanto las personas que han dado positivo en COVID como sus contactos directos pasan la cuarentena en Fuerteventura”.

“Es un lugar que no reúne las mínimas condiciones sanitarias necesarias; hombres, mujeres y niños permanecen en condiciones deleznables, sin mínimas medidas de higiene, privados de libertad, hacinados, en unas circunstancias que para la organización podrían considerarse de infrahumanas”, asevera.

Un nuevo informe del Defensor del Pueblo, tras una visita sorpresa, hizo sonrojar a las administraciones. El informe obligó al secretario de Estado de Migraciones, Jesús Javier Perea, a ordenar el pasado 23 de abril el desalojo paulatino de las instalaciones. Al día siguiente, salieron 22 mujeres y tres niños para ser realojadas en recursos gestionados por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). En ese momento, la nave acogía a 228 personas, entre positivos y contactos estrechos.

El desalojo ha continuado según han ido recibiendo los inmigrantes el alta epidemiológica. Ahora el Estado se enfrenta al reto de buscar nuevos recursos donde alojar a estas personas. La nave ofrecida por el Cabildo hace unas semanas parece que no cuenta con los informes favorables de Sanidad.

La experiencia deja ver que las cuarentenas se deben pasar en grupos reducidos y no en macroespacios, donde resulta difícil que no se mezclen unos con otros. Los ayuntamientos, Cabildo, empresarios y patronal hotelera no quieren a los inmigrantes en los hoteles de las zonas turísticas. Los alcaldes tampoco están por la labor de ceder suelo al Estado para poner barracones en sus municipios. Sin embargo, todos coinciden en reconocer que se debe garantizar el cuidado y respeto de los derechos humanos de las personas inmigrantes.

“Hay mucha gente que ha muerto en el mar intentando llegar, pero lo que está pasando en la nave es igual o peor”, lamenta Alí, ajeno a que fuera ningún ayuntamiento parece querer tenerlos de vecinos. A su lado, un compañero le pide el móvil. Él también quiere lanzar un mensaje de auxilio. En el momento de cerrar esta edición, ochenta personas esperaban a que se abriera la puerta de la Nave del Queso para alcanzar la libertad que un día soñaron tener en Europa.

Comentarios

Yo llevo un año sin poder hacer vida normal, sin poder trabajar, sin dinero y el defensor del pueblo no se ha interesado por mi caso
Señores, primero me apena lo que pasa. Pero antes de salir corriendo, de sus países hay qué saber a donde van. Escuchar promesas sin saber si es verdad o mentira, pagar un dinero hasta con sus vidas y hacer responsable al pueblo Canario o a España no. En Fuerteventura, tenemos mucha deficiencias, desde sanidad, trabajo, colegios, ayudas al necesitado de aquí y de viviendas no hablemos, no tenemos para cubrir nuestras necesidades, aunque entra dinero, los políticos lo gastan es "esculturas, actos, ferias, y un largo etc" pero no, en lo imprescindible, no en lo necesario, entonces, còmo vamos a tener para los emigrantes? Aquí los beneficiarios son los patrones de las pateras. Hagan el favor, corrar la voz, de su situación, cuando llegan aquí, y de nuestra situación, busquen más opciones, luchen, pero no nos hagan responsables de su situación, aquí hay leyes y normas. Sus países son los responsables de su situación, aquí se hace lo que se puede, no hay para más.
56 años de edad, en casa nos cogio la crisis del '08 y aqui nadie trabaja, ni recibe ninguna ayuda desde escasos años después. Con nuestra edad, estamos los 2 considerando seriamente una 'patera a la inversa'! Porque aquí pocas esperanzas de vida nos quedan. Al menos no estamos hacinados en una nave, y yo pregunto... ¿nos recibirán igual de 'bien' alli? Da que pensar. Lo que no entiendo, es ¿porque les retienen aqui?, donde claramente no hay medios para hospedarlos, ¿porque no los dejan seguir su camino?, ya que aqui no quieren estar... y de aqui no podemos salir ni los de aqui por falta de medios. Fuerte Lampeduda Aventura nos estan montando aqui. ¿Que va a pasar cuando se cansen de estar encerrados, y sean demasiados para controlar? Seguro que nadie se penso en esa, ¿eh gobernantes de pocas ideas? Dejenlos seguir su camino y que los atiendan en La Haya, ¡donde hace ya tiempo se olvidaron de los canarios!
Si no te gusta vente a tu país!
Pues que se vuelva a su pais

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