ENTREVISTA

“La movilidad es un hecho de riesgo y cuanta menos mejor desde el punto de vista sanitario”

Víctor Suárez, médico intensivista de la UMI de Fuerteventura

Fotos: Carlos de Saá.
Eloy Vera 2 COMENTARIOS 21/08/2020 - 07:43

Víctor Suárez es médico intensivista de la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) del Hospital General de Fuerteventura. De origen asturiano, ha trabajado en Asturias, Santander, Barcelona y Lanzarote antes de recalar en el centro majorero, donde ha tenido que enfrentarse a la COVID-19. A pesar de que el número de ingresados en la UMI de la Isla ha sido muy bajo, Suárez asegura que han sido pacientes “muy graves”. El facultativo insiste en la necesidad de no bajar la guardia, sobre todo en los jóvenes, a los que recuerda que el virus no distingue por edades y también los envía a las UMI. Además, cree necesario realizar tests en destino a los turistas que llegan a Canarias. La movilidad “siempre es un hecho de riesgo”.

-¿Qué sabemos en estos momentos de la COVID-19 que no sabíamos en abril, de cara a una segunda ola?

-Sabemos muchísimo más. Antes no sabíamos nada y era todo incertidumbre. Desconocíamos qué patología era, cómo tratarlo o cómo se comportaba. Nos encontrábamos en un lago vacío. Aprendimos sobre la marcha. De hecho, muchas cosas que hacíamos en febrero y marzo ahora no las vamos a hacer porque son inútiles. Sabemos cómo tratar al virus y cómo no y, sobre todo, a qué nos enfrentamos. Muchas veces, no tenemos un tratamiento eficaz. Lo mejor es la prevención y saber tratarlo.

-¿Cómo se va a afrontar un posible segundo rebrote en el Hospital de Fuerteventura?

-Con trabajo, serenidad y mucho más tranquilos que en invierno. Sabemos lo que tenemos, cómo afrontar el trabajo, cómo protegernos y cómo tratar al paciente y espero que con buenos resultados. Aquí, no se ha muerto nadie.

-¿Cómo ha sido el trabajo en la UMI del Hospital de Fuerteventura durante los meses de mayor afluencia de pacientes con coronavirus?

-Un infierno. Ha sido fatal por la incertidumbre, porque los pacientes se ponen muy graves y porque no sabíamos cómo trabajar realmente. Estabas abocado a ver la bibliografía y los protocolos, que cambiaban de forma diaria. Lo que hacíamos ayer, hoy parece que no tiene tanta evidencia. Hemos estado muy preocupados y angustiados porque no sabíamos cómo trabajar, cómo protegernos. Hemos tenido que ir, poco a poco, aprendiendo. Ahora, un paciente COVID está mucho más estandarizado. Lo que antes era incertidumbre, ahora se coge con muchas más ganas y menos miedo. Había miedo a llevar al paciente a casa y también a la infección. Yo he estado confinado en un hotel con mis compañeros durante meses. Ahora se va con mucha más seguridad, lo que pasa es que vamos a trabajar con los mismos medios que teníamos en febrero o marzo. No hay un fármaco que sea milagroso.

“Se hace hincapié en los respiradores, pero no se dan cuenta de que los médicos que manejan las máquinas con garantías somos pocos”

-¿Está preparado el hospital de Fuerteventura para una segunda ola? ¿Hay suficientes respiradores y camas en la UMI?

-Sí y no. Siempre hemos estado preparados para pacientes críticos, pero no para una oleada masiva de pacientes graves porque los medios son finitos y aquí más, que es un hospital pequeñito. También los medios son finitos en el 12 de Octubre, La Paz o el Carlos III de Madrid. El problema es que vengan de forma masiva pacientes graves y se colapse. Aquí hay ocho camas de UCI, que se van a ampliar. La gente hace hincapié, también a nivel peninsular, en los respiradores, mal llamados respiradores porque son ventiladores, pero no se da cuenta de que los médicos que manejan las máquinas con garantías somos pocos. Esto pasa no sólo en Canarias, sino a nivel global. Lo limitado, mucho más frágil y que hay que cuidar, son los medios humanos. Las máquinas aparecen siempre. Los profesionales son finitos porque también se ponen malos y se quedan en cuarentena. Si eso falla, ya puede haber 20.000 respiradores. Hay muy poca gente que sepa trabajar en la UCI ante ese nivel de gravedad. Ese es el problema real. Se hablaba de una segunda ola en octubre, pero estamos viendo que la situación empieza a ser preocupante ya en varias comunidades, con datos diarios similares a los que había en pleno estado de alarma.

-¿Qué está pasando?

-Es fácil de explicar, la gente es muy insolidaria. Además, es imposible de controlar. Es un virus respiratorio con lo cual la transmisibilidad es mucho más fácil que, por ejemplo, un virus que contagia a través de un pinchazo. Además, hay muchos asintomáticos que transmiten y eso es otro problema. Se tiene que pelear con la economía y con la salud. En este caso, ambas tienen unos intereses. Desde el punto de vista médico, yo entiendo a Simón con lo de los ingleses. Cuanto menos movilidad, mejor desde el punto de vista sanitario, aunque a nivel económico sea un desastre. Esto se controla confinándonos, y eso no es viable desde el punto de vista macroeconómico. Se sabe que va a haber rebrotes y que se va a juntar con otros virus estacionales y eso va a aumentar los casos.

-Uno de los temores es que el coronavirus coincida con la época de la gripe. ¿Qué puede suceder en Fuerteventura?

-Trabajaremos más. Habrá más demanda asistencial y más casos, pero no solo en Fuerteventura sino a nivel global. Se va a juntar patología COVID con patologías respiratorias puntuales de esa época. Sobre todo, habrá más carga para el personal, no para los respiradores. Al final, todo el mundo lo focaliza en las máquinas y se pone a los sanitarios en un segundo plano.

-¿Se está relajando la gente en Fuerteventura?

-Aquí es bastante cívica, pero en península y Canarias, en general, está relajada. A veces, se ven situaciones que son bastante desesperantes. Han perdido el miedo y están relajados. En ese sentido, son bastante insolidarios. He visto gente en los bares, no solo en Fuerteventura, sin mascarillas y eso es preocupante.

“Se tiene que pelear con la economía y con la salud. En este caso, ambas tienen unos intereses. Desde el punto de vista médico, yo entiendo a Simón con lo de los ingleses”

-La UMI de Fuerteventura ha tenido una incidencia baja en la COVID-19, pero ¿cómo han sido los casos?

-Han sido pocos, pero muy graves. Pacientes extremos. Es una patología nueva, desconocida y con mil protocolos que se cambiaban. Se trabajaba con mucha incertidumbre.

-¿Han llegado fórmulas de trabajo y sistemas tecnológicos a la UMI para quedarse?

-Por supuesto. Todas las crisis son positivas y eso siempre con comillas. Hemos ganado en solidaridad y protocolos. Nos hemos puesto las pilas. Ha influido en cómo trabajamos, cómo lo afrontamos, cómo nos ayudamos y cómo atendemos al paciente y a sus familias. Ha sido una odisea y casi un reto. La relación paciente-familia ha sido muchísimo más estrecha que una relación estándar fuera de COVID. Ha habido pacientes, con alto riesgo de muerte y con secuelas muy severas, que ahora nos llaman por el nombre. Ha cambiado mucho y para siempre. En todos los episodios de crisis, ya sea la gripe A o el ébola, siempre cambia el modo de ver las cosas y de trabajar. En tecnología, hemos avanzado un montón. Ahora, tenemos ventiladores mucho más modernos y más equipos. También vamos a ampliar la capacidad de atender a pacientes críticos. El trabajo de mi jefe, Leandro Fajardo, ha sido incansable y hemos logrado un avance importante en tecnología. Aunque lo que marca la pauta no es eso, sino la calidad humana.

-¿Qué mensaje les daría a esas personas que siguen tentando al virus?

-Que piensen. Esto no es broma y la gente se pone grave.

-Existe una creencia generalizada de que el virus sólo envía a la UMI a las personas mayores...

-Eso es rotundamente falso. En la UMI acaba la gente a la que el virus hace más mella. Se ha visto por temas genéticos y por otros que todavía no están dilucidados que hay pacientes muy jóvenes, muy graves, que quizás no se mueran, pero que quedarán con secuelas físicas muy severas. Eso de que el virus sólo afecta a la persona mayor, decrépita, malísima y encamada es falso. Es cierto que cualquier patología previa hace más daño, pero también afecta al joven. Mis pacientes no han sido muy mayores.

“La carga que han generado los migrantes, a mí personalmente, ha sido cero. Da mucha más carga asistencial la gente que viene en aviones. No hay que tener miedo”

-¿Un sintomático contagia más que un asintomático?

-Contagia alguien que tenga alta capacidad de contagiar. A la gente sintomática con fiebre vírica les detectas. Siempre son más peligrosos los pacientes asintomáticos porque no les podemos determinar. Los sintomáticos son más fáciles de detectar, si cortas rápido y lo aíslas se acabó el problema.

-¿Cree necesario hacer pruebas PCR a los turistas que están llegando a Canarias?

-Sí, sería muy interesante. No en origen porque te puedes contagiar en muchos procesos. La movilidad siempre es un hecho de riesgo. Habrá que buscar la fórmula de conseguir medidas seguras, porque Canarias vive del turismo. A cualquier ciudadano que se mueva habría que controlarlo. Las pruebas en origen no te excluyen de que cuando lleguen aquí se hayan contagiado en el avión, en el barco… Habría que hacerlo en destino. Hay que pedir a las personas que sean solidarias, que extremen las medidas de protección, mantengan las distancias de seguridad, usen las mascarillas y, si notan algo, nos llamen.

-Está previsto el comienzo del curso escolar a mediados de septiembre. Se abre la puerta a nuevos brotes. ¿Cómo afronta Fuerteventura la situación? ¿Se plantean una UCI pediátrica?

-Nosotros no tenemos una UCI pediátrica. Siempre tiramos de nuestro centro de referencia, el Materno Infantil, con el que tenemos una relación muy cordial y fluida, con lo cual ese tema lo tenemos controlado. Afortunadamente, los niños, por ahora, ingresan muy poquitos. Hay infectados y transmisores, pero que se pongan graves y acaben en un hospital son una cantidad muy baja.

-¿Qué secuelas sabemos que deja la COVID-19?

-Hay muchos tipos de secuelas y no son distintas a las de otros pacientes críticos. Hay múltiples: neurológicas, físicas, psicológicas. Hay pérdida de movilidad, ictus, trombosis generalizadas. Sobre todo, son neurológicas y cardiacas, muy serias, y también psicológicas con estrés traumático muy severo. La UCI es un sitio muy duro donde no se trabaja con medicamentos débiles. Son pacientes a los que se somete a unas terapias muy agresivas y sufren. Ponemos medicaciones que les duermen, pero son tratamientos agresivos. Les ponemos muchos cables, les pinchamos muchas veces. Es duro y la gente lo pasa mal.

-El virus se ceba, sobre todo, en personas con patologías previas. ¿Con cuáles de ellas es más agresivo?

-Los virus contagian a todo el mundo. Hace más daño en gente con problemas crónicos respiratorios, EPO, fumadores y con cardiopatías como infartos y, sobre todo, en aquellos con muchos problemas de hipertensión, diabetes, colesterol... Los obesos se ha visto que se ponen mucho más graves. También los chicos más que las chicas. Eso es lo que se ha visto, pero no es algo muy científico.

-¿Se llegó a usar en Fuerteventura el fármaco remdesivir?

-En los protocolos de esa época, el remdesivir se usaba en casos muy determinados y excluyentes. Se utilizaba para casos muy puntuales que aquí no confluyeron.

-¿Se usará si llega una segunda ola?

-Probablemente, pero no hay fármacos milagrosos. No hay ahora mismo un fármaco que sirva de antídoto. Hay estudios donde el remdesivir va bien y también hay serias dudas de que sea milagroso.

-¿Es optimista con la vacuna, cree que llegará este año?

-Siempre soy optimista. La vacuna vendrá y antes de lo que pensamos. No sé cuándo, tal vez a finales de año. Lo importante es que se haga bien porque las cosas corriendo nunca son positivas. Hay varios intentos de vacunas y eso también es muy bueno, que varios grupos de forma independiente hagan lo mismo. También habrá que ver qué inmunidad da, cuánto dura y si es completamente inocua. Hay que ver muchas cosas. Otra cosa es que se traduzca en acceso a la población masiva. A lo mejor de aquí a fines de año es un poquito pronto, pero habrá vacuna.

-¿Hay diferencias en los primeros pacientes que empezaron a tratarse en Fuerteventura en marzo con los que ahora están contagiándose de la enfermedad?

-Parece que los últimos pacientes que ha habido en Fuerteventura y en el resto de Canarias no están tan graves como los que hemos tenido durante la primera ola. De hecho, no hay ninguno ingresado en UMI y en la Isla no tenemos ninguno hospitalizado. Hay muchas teorías. Hay quienes dicen que parece que el virus ha perdido capacidad infectiva. Yo creo que no. También que el calor lo atenúa. Realmente, no se sabe muy bien el motivo por el que ahora mismo los pacientes infectados no están tan graves como en febrero o marzo. Hay gente que dice que parece que el virus, entre comillas, ha envejecido y hay quien lo niega. Es una cosa que desconocemos. Lo cierto es que ha habido varios brotes, incluso en Fuerteventura, y no están tan graves como los de antes.

-¿Qué diría a quienes siguen apuntando a la inmigración como un foco de contagio?

-El pobre siempre es un foco de todo. Es evidente que la inmigración es un tema sanitario que hay que controlar porque vienen de países donde hay mucha patología, con COVID y con cargas víricas altas. Sin embargo, no conozco ningún caso de inmigrante pobre que esté en el hospital. La carga que nos han generado, a mí personalmente, ha sido cero. Da mucha más carga asistencial la gente que viene en aviones. No hay que tener miedo. A fecha de hoy, no ha repercutido al Hospital. No hay ningún inmigrante en patera que esté en el Hospital y tampoco conozco ningún foco generado por ellos. Son jóvenes y muy fuertes. Hasta aquí solo llegan los supervivientes.

Comentarios

Que pasen por la Avenida de Gran Tarajal, en las cafeterías la gente sin distanciamiento y sin mascarillas. Además vigilen los hoteles, porque los clientes dentro no cumplen ninguna medida. Si se desmadra es culpa de las autoridades. Dónde está la policía y dónde las inspecciones en hoteles. Hay que reactivar la economía, pero si lo hacemos mal la economía se va por el water. Empresarios y autoridades irresponsables.
Que pasen por la Avenida de Gran Tarajal, en las cafeterías la gente sin distanciamiento y sin mascarillas. Además vigilen los hoteles, porque los clientes dentro no cumplen ninguna medida. Si se desmadra es culpa de las autoridades. Dónde está la policía y dónde las inspecciones en hoteles. Hay que reactivar la economía, pero si lo hacemos mal la economía se va por el water. Empresarios y autoridades irresponsables.

Añadir nuevo comentario