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‘Amaltea’, el refugio de las palabras que acababan de nacer

El alumnado del IES San Diego de Alcalá presenta al público su revista literaria, que suma cuatro años y siete números de andadura

María Valerón 0 COMENTARIOS 10/03/2025 - 18:51

El primer poema publicado por Paula Reyes llevaba por título Liviana inhumanidad. Nació, cuenta, inspirado en un personaje de la antigüedad clásica: una mujer secuestrada, convertida en esclava y llevada a Grecia, donde le cambiaron su nombre por Livia. Para Yasmina Molina, el primero fue una adaptación moderna del mito de Perséfone y Hades. Miran de reojo las revistas impresas sobre la mesa y dicen sentir “nostalgia en el futuro”: echan de menos, por adelantado, lo que han construido y abandonarán al terminar este curso.

Las jóvenes, estudiantes de segundo de bachillerato del Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) San Diego de Alcalá hablan de Amaltea, la revista literaria que arrancó hace ya cuatro años y que acaba de ser presentada al público en un acto oficial en la Sala Josefina Plá de la Biblioteca Insular de Fuerteventura.  “Es nuestra representación. Somos realmente pocas las personas a las que nos gusta dedicarle tiempo a leer y a escribir, así que la revista significa para mí ese sentido de representación para nosotras. Es tener un espacio de libertad creativa, leernos entre nosotras, irnos conociendo. Esa ilusión”, explica Reyes.

No parece casual que el título escogido por el profesorado del centro para su revista literaria sea Amaltea: le da nombre un personaje secundario de la cultura clásica. Es la cabra (un guiño caprario a la isla) que amamantó a Zeus, dios del Olimpo, cuando solo era un bebé que buscaba salvarse de la ira de Cronos. Con mimo literario, el profesorado convierte así sus páginas en un símbolo: son sustento, salvoconducto y refugio que escapa del tiempo veloz de lo cotidiano, para mantenerse perenne en su propia vida paralela. Amaltea nació para alimentar todas las palabras que tenían el afán de nacer, pero no tenían el refugio.

Poesía, relatos y, de forma más tímida, alguna escena de teatro y versos de hip hop pueblan las páginas de estos cuatro años de andadura, marcados por el uso de la literatura como herramienta educativa en distintas disciplinas, por parte del profesorado, y como “espacio de seguridad”, en palabras de Paula Reyes, por parte del alumnado. Este último asegura encontrar en sus páginas un ágora en papel para amantes de las letras y un empuje para compartir sus textos: “Pienso que seguro son muchas, muchas más las personas que escriben muy bien, pero no se atreven a publicar”, cuenta la alumna Elsa Montelongo, que señala que la escritura ha sido siempre para ella “un desahogo” y también un pasatiempo con el que plasmar “las ideas que se suceden sin freno” en su cabeza. En cambio, cree que fue clave el empuje de la revista para animarse a compartir sus textos: “Antes no había querido presentarme a concursos literarios. Creía que mi escritura no tenía más valor que un trabajo de clase”.

Poesía, relato y microrrelato se dan cita en las páginas de ‘Amaltea’

Si bien también se nutre de textos de los diferentes concursos literarios que tienen lugar en el centro, número a número Amaltea ha ido adquiriendo su propia red de autores y autoras, que, animados por el profesorado, acceden a compartir con el equipo de la revista sus creaciones: “Para mí lo más bonito fue descubrir que la mayoría de nuestros alumnos tienen talento y no lo saben. Tampoco nosotros lo sabemos. La revista es una herramienta muy útil para hacerles ver que sí saben escribir, para que ganen confianza y autonomía y ayudarles a explorar su creatividad”, cuenta Alicia Negrín Molina, que junto a Juan Jesús Darias, Marcos García y María Isabel Almeida conforma el equipo editorial de Amaltea

Detalle de la revista literaria ‘Amaltea’.

Recurso didáctico

La docente de Cultura Clásica y Griego señala la creación literaria como herramienta “muy fructífera para cualquier materia”, un juego que Amaltea busca fomentar: “En mi caso, ofrecerles un mito clásico y pedirles crear una pieza literaria a partir de él, o trabajar temas de la antigüedad para traerlos a la actualidad me ayuda a que entiendan en la mitología una explicación filosófica que puede aplicarse al día de hoy”.

También Juan Jesús Darias, profesor de Geografía e Historia, apunta en este sentido: “En Mitología y las Artes trabajamos a través del microrrelato. Empecé dando un muy pequeño taller inicial sobre la particularidad del género y, a partir de ahí, les propuse una actividad desencadenante aplicando la mitología. De esta práctica salió un buen grupo de textos, muy interesantes para el trabajo del mito”, señala el docente.

El próximo número, adelantan, se nutrirá en gran medida de estos trabajos y del género del microrrelato, en el que profundizaron recientemente con la escritora Yurena González a través de talleres de escritura creativa, organizados por el equipo de la revista con el apoyo del Ampa Los Mahos.

“La revista es nuestra representación”, dicen las alumnas redactoras

Por su parte, el alumnado de Fotografía y de Artes Plásticas se suma a Amaltea con fotografías originales, imágenes de esculturas e ilustraciones para las portadas y para los textos: “Desde nuestra rama, tratamos de potenciar el mensaje del contenido literario a partir de una imagen que pueda encajar. El alumnado participa con dibujos, esculturas que seleccionamos para cada número y proponemos publicar”, explica María Isabel Almeida, docente de Dibujo.

Cuentan que escribir es “desahogo”, “alivio”, una forma de permitir que “muchos pensamientos, muchas ideas, cobren realidad de alguna forma”. Elsa, Yasmina y Paula coinciden además en algo clave: “Es divertido”. Para Paula Reyes, fue Amaltea quien le enseñó que escribir no era solo un vehículo de trabajo: “Sentía que la escritura estaba ahí, pero nunca había yo dado pie a explotar este concepto de que puedo pasarlo bien escribiendo”. ¿Duele dejarla atrás? “Por supuesto”.

En estos tiempos frenéticos, en los que todo es eslogan o es producto, convendría detenerse más a menudo a hojear las revistas literarias que construyen juntas todas las manos de un centro educativo. Allí se fraguan minúsculos milagros, como que la poesía, ese elemento inútil al sistema de consumo material, se vuelva esencial para los jóvenes. Tan inútil y esencial como la amistad, tan inútil y esencial como el amor.

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