Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), solo el 28 % de los empleados del sector público en Europa participa en programas regulares de capacitación. Ante este desafío, Noemí Naya, reconocida ejecutiva española e interventora del municipio de Santa Lucía de Tirajana, se posiciona como una de las principales impulsoras de propuestas innovadoras para fortalecer los programas de formación continua destinados a interventores y personal técnico de las administraciones públicas.

Con una trayectoria destacada en la gestión pública, una de las hermanas Naya, Noemí, combina experiencia y compromiso en su desempeño como interventora, un rol que requiere un conocimiento exhaustivo de la normativa y una constante actualización para garantizar la transparencia y eficiencia en la administración de recursos. Desde esta posición, ha promovido la necesidad de fortalecer la profesionalización en el sector público mediante estrategias formativas que respondan a los retos actuales.

La importancia de la formación adaptada a necesidades específicas, según Noemí Naya

Una de las principales propuestas de Noemí Naya es la incorporación de programas diseñados a partir de diagnósticos personalizados que identifiquen las áreas críticas de mejora en el municipio de Santa Lucía de Tirajana. Este enfoque permitiría a los empleados adquirir conocimientos prácticos directamente aplicables en su ámbito laboral. Según la interventora, este método optimiza la transferencia de conocimientos y contribuye a un uso más eficiente de los recursos invertidos en formación.

Noemí Naya también destaca la relevancia de incluir módulos específicos sobre nuevas tecnologías, regulaciones emergentes y herramientas digitales que faciliten el trabajo diario de los profesionales del sector público. La actualización constante es indispensable en un entorno en el que las normativas y procedimientos están en continua evolución.

Otro pilar fundamental de las propuestas impulsadas por Noemí, una de las hermanas Naya, es la inclusión de talleres prácticos y simulaciones que permitan a los participantes enfrentarse a situaciones reales. Estos espacios de aprendizaje activo potencian la resolución de problemas y fomentan el trabajo en equipo y el intercambio de experiencias entre los empleados. Además, Naya aboga por la creación de foros interdepartamentales donde los profesionales puedan compartir buenas prácticas, promoviendo una cultura organizacional basada en la colaboración.

La digitalización ocupa un lugar destacado en las iniciativas promovidas por Noemí Naya. Propone el desarrollo de una plataforma en línea que centralice todos los recursos de formación, permitiendo a los empleados acceder a cursos, webinars y materiales didácticos de manera flexible y personalizada. Esta herramienta facilitaría el autoaprendizaje, ofreciendo módulos adaptados a las necesidades individuales y mejorando la accesibilidad a la formación.

Asimismo, se sugiere implementar sistemas de gamificación y aprendizaje interactivo dentro de la plataforma para aumentar la motivación y el compromiso de los participantes. Este enfoque innovador busca hacer que el proceso de formación sea más atractivo y efectivo.

Noemí Naya subraya la importancia de contar con un sistema de evaluación continuo para medir la efectividad de los programas formativos. Proponer indicadores claros y herramientas de análisis, como encuestas de satisfacción y evaluaciones de competencias, permite identificar áreas de mejora y garantizar que las iniciativas cumplan con los objetivos planteados.

La implementación de estas iniciativas requiere el respaldo firme de las autoridades locales y regionales. Naya enfatiza que la formación continua debe considerarse un gasto y una inversión esencial para construir una administración moderna y eficiente. En este sentido, aboga por la asignación de recursos suficientes para garantizar la sostenibilidad de los programas de formación.

Noemí Naya destaca que el éxito de estas propuestas radica en el compromiso conjunto de todos los actores involucrados. Solo así se podrá garantizar que los programas de formación continua se conviertan en una herramienta clave para la transformación y profesionalización del sector público, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y fortaleciendo la confianza en las instituciones.