Marcelo Cabrera es un ornitólogo comprometido. Anillador científico del Grupo de Ornitología de la Sociedad de las Ciencias Aranzadi, socio y colaborador habitual de Seo Birdlife desde que implantó delegación en Canarias en 1999, en la actualidad trabaja en un proyecto con la empresa pública Tragsa para el monitoreo, captura y anillamiento del tarro canelo, para estudiar su relación con las explotación ganaderas en Fuerteventura.

-En los últimos años se han implantado parques eólicos que han levantado cierta polémica, tanto en La Oliva como en Puerto del Rosario, especialmente. ¿Qué impacto han tenido en las aves?

-En todos han caído aves que están en los catálogos de especies amenazadas. Estamos hablando de halcón tagarote en los de La Oliva y en el del Cardón, de guirres en Puerto del Rosario, además de otras especies como el busardo ratonero.

-Ahora está sobre la mesa el Plan de Transición Energética de Canarias (PTECAN), que plantea en Fuerteventura un área potencial de 134 kilómetros cuadrados para la instalación de aerogeneradores y placas solares. ¿Cree que se ha evaluado realmente su posible impacto en la avifauna de la isla majorera?

-No lo creo. Parece que el único criterio ambiental que se ha aplicado es situarlos fuera de los espacios naturales protegidos, tanto de la Red canaria como de la Red Natura 2000. El problema es que la distribución de las aves, especialmente las que están dentro del catálogo de especies amenazadas, es mucho más amplia y va más allá de lo que marcan los propios espacios naturales protegidos.

-Por su conocimiento del terreno, si se aprueba tal cual está y se desarrollan sus previsiones, ¿se podrían ver afectadas especies relevantes en la Isla?

-Tarde o temprano, las aves terminarán colisionando con los aerogeneradores. Las afectadas suelen ser rapaces. El guirre es una especie que, por sus hábitos, tiende a posarse en las estructuras más altas, ya está ocurriendo también con los tendidos eléctricos. Eso hace que tenga un factor de riesgo más elevado que otras aves. He observado que los halcones juegan con las aspas, igual que el cernícalo. Y también han caído cuervos, que hay que recordar que están en el Catálogo canario de especies protegidas.

-¿No entra en contradicción tratar de recuperar una especie como el guirre y luego ponerle obstáculos por las zonas por las que puede pasar, generando un riesgo de mortalidad?

-Algo incongruente sí es, siempre y cuando se lleve el Plan [de Transición Energética] como hasta ahora. Hay alguna medida compensatoria, que se está aplicando, como introducir la figura del observador, que puede parar los aerogeneradores cuando ve aves volando cerca. Por lo menos en el del Cardón existe, pero solo hay una persona en horario laboral.

“La distribución de las aves amenazadas va más allá de los espacios naturales”

-¿Cuál sería el enfoque adecuado en Fuerteventura para ordenar la instalación de la energía renovable en la Isla?

-Para las aves, lo que se suele hacer es un seguimiento previo anual de la zona, para ver qué especies hay, no solo las que están en el suelo o nidifican en la zona, sino las que vuelan. En Europa, este seguimiento previo se realiza de dos a cinco años, lo que vendría muy bien aquí, porque hay especies migratorias, algunas con movimientos irregulares, que no se van a ver si solo haces un seguimiento de un año.

-¿Los estudios previos en relación al impacto sobre las aves deberían ser más detallados?

-Y no solo eso, hay que incluir otro tipo de especies importantes, como murciélagos, y habría que medir qué cantidad de insectos se llevan las aspas de los aerogeneradores a lo largo del año. Se habla del impacto de las aspas, pero la sola presencia de un aerogenerador también afecta a aves a las que fastidia su zona, reduciendo la superficie de nidificación. Es lo que podemos deducir de la avuturada hubara y lo que está pasando en el entorno de los parques de La Oliva o en el del jable de Costa Calma donde es muy raro ver una hubara.

-¿Qué especies protegidas están pasando más dificultades en Fuerteventura?

-Por orden, la lechuza majorera, de la que estimamos unas 50 parejas, pero en realidad serán menos. Es la especie más escasa en Fuerteventura; en Lanzarote la población es algo mayor. La siguiente es la avutarda hubara, que ya en los últimos censos apenas se estima una población de 100 ejemplares. Desde 2005 el corredor sahariano ha sufrido una caída de población, y el guirre también tiene una población escasa, pero se está recuperando.